jueves, 20 de enero de 2011

[Jorge Fernández Menéndez. Razones] El Amarillo, menos glamur que El JJ



La atención mediática, por supuesto, estuvo puesta en la detención de Jorge Balderas, El JJ, y posible agresor de Salvador Cabañas. La caída del JJ permite comenzar a esclarecer, aunque allí son más los puntos oscuros que la claridad, la investigación sobre el caso Cabañas, donde cada día que pasa resulta más evidente la negligencia de las autoridades capitalinas al no tomar una real declaración de Cabañas: el ex jugador del América que se encuentra muy recuperado, que puede mantener entrevistas televisivas y hasta reuniones con el presidente de su país, Fernando Lugo, se ha negado a hablar de lo sucedido el 25 de enero pasado en el Bar Bar, dice que no recuerda los hechos, un caso extraño ya que dice recordar perfectamente todo lo anterior y lo posterior a los mismos. 

Su declaración es fundamental porque las acusaciones cambian radicalmente de acuerdo a que haya sido El JJ o El Contador quien le haya disparado. Pero si no recuerda la agresión, por lo menos debería recordar la amistad con esos dos personajes, sobre todo El JJ al que llamaba “papi” e incluso la declaración de éste de que la pistola en realidad era de Cabañas. Lo cierto es que en el caso Cabañas aún hay mucho por descubrir y me temo que hubo mucho que se intentó ocultar.

De todas formas aquellos que creen que el famoso JJ podría quedar en libertad si no se acredita que le disparó a Cabañas se equivocan radicalmente: en realidad la PF lo detuvo por las investigaciones que se realizaban por sus actividades como un importante distribuidor de drogas en algunas de las zonas más lujosas de la Ciudad de México y su sociedad con otros grupos de narcotraficantes. El caso Cabañas, por otra parte, es una indagatoria que lleva la Procuraduría capitalina.

Pero decíamos que mientras la captura de Balderas (y si vemos los medios más aún la de su novia colombiana) es la que acaparó la atención mediática, mucho más importante fue la detención en Oaxaca de Flavio Méndez Santiago, El Amarillo, un muy poco glamoroso fundador de Los Zetas que manejaba para esa organización toda la frontera sur y la operación de ese grupo en Guatemala. 

Mientras toda la costa del Pacífico parece ser controlada por el cártel de Sinaloa, que recibe por esa vía sus cargamentos de cocaína desde Colombia y Centroamérica, la frontera sur se ha convertido en un disputadísimo y cada vez más importante territorio para el ingreso de drogas (y armas) a nuestro país. 

Cada vez más las naciones centroamericanas se convierten en depósitos de drogas que buscan ingresar a México cruzando directamente la frontera por tierra (hay unos mil 200 cruces clandestinos que operan a plena luz del día en esa franja fronteriza) pero también lo hacen por aire, con pequeños aviones o con lanchas rápidas. La batalla que está manteniendo el gobierno de Álvaro Colom en Guatemala contra estos grupos de Los Zetas (muy relacionados por cierto con los kaibiles, las tropas antiinsurgentes guatemaltecas) es una demostración del poderío creciente de esa organización en Centroamérica y particularmente en Guatemala.(...)

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