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Sección: Opinión
Género: Opinión
Publicación: 20 de enero de 2010.
Autor: Alejandro C. Manjarrez
La política es un arte cuya expresión depende de los individuos que lo desarrollen. Pero también es una ciencia que primero Maquiavelo y después Hobbes le dieron esa definición. Así, con estas dos tendencias o escuelas, se concreta aquello de que la política es el arte de hacer posible lo deseable.
¿Y quiénes son los guapos que interpretan esas enseñanzas o condiciones producto de la cultura? Hay varios ejemplos pero ahora me voy por el que tendremos en casa a partir del 1 de febrero, día que está cerquita, a la vuelta de la esquina. Y le comento a usted lo que pone de manifiesto el aserto que acaba de leer:
Ayer mismo el senador Luis Maldonado Venegas, coordinador del Grupo Parlamentario de Convergencia, renunció al cargo de representante del poder Legislativo ante el Consejo General del Instituto Federal Electoral. En el acto protocolario, el legislador y próximo secretario de Educación Pública del gobierno estado de Puebla, fue objeto de elogios que lo retratan como un gran concertador y un buen político. Sobra citar la descarga de alabanzas a su trabajo y presencia pública, andanada que lanzaron los consejeros del IFE.
También el día de ayer la prensa fue informada del nombramiento de Eukid Castañón, ahora secretario general adjunto del partido Convergencia. En ese mismo boletín se hizo del conocimiento público que Fernando Manzanilla Prieto había fungido como testigo de calidad en la toma de protesta de Eukid. Lo mismo se dijo de Luis Maldonado y Juan José Espinosa Torres, todos ellos convergentes de prosapia.
Ya sabemos que Maldonado ocupa el escaño en el Senado que le dejó su tocayo Walton Aburto, cuando éste optó por buscar un cargo de elección popular en su estado natal (proceso que por cierto perdió).
Asimismo es conocido el hecho de que el primero le dejó la presidencia de su partido, quizá porque ambos convinieron los relevos que pronto veremos: Walton retornará al Senado mientras que Maldonado se trasladará a Puebla a poner en acción el gran proyecto educativo que, precisamente, reclama la dirigencia de su partido.
Lo interesante es que todos estos movimientos obedecen a un plan previamente elaborado por el propio Maldonado y Fernando Manzanilla, con la venia de Rafael Moreno Valle Rosas. Los tres trabajaron para que su praxis los condujera a lo que hoy estamos viendo, circunstancia que nos muestra cómo la política es el arte de hacer posible lo deseable.
Vea usted algunos de los movimientos que descubren la mano, llamémosle muletera (término taurino), para torear al miura que simboliza la sociedad poblana.
Eukid Castañón fue enviado a una especie de temazcal donde con una combinación de fuego y agua su cuerpo podrá desechar las malas vibras que dejan las operaciones políticas heterodoxas. Juan José Espinosa representa ya el “voto del equilibrio” en el Congreso local que a punto estuvo de caer en manos del PAN: será un importante factor de negociación en los procesos legislativos. Manzanilla operará la política local desde su Secretaría. Y Maldonado le dará al gobierno morenovallista el toque mágico que proviene de la cultura que atrae a la educación y proyecta a la política.
Estos tres genios (Luis, Fernando y Rafael) deben haber concebido su plan desde la Secretaría de Finanzas y Desarrollo Social, entonces a cargo de Moreno Valle, jefe de Fernando Manzanilla y éste amigo y contratante de Maldonado Venegas. Desde aquella época pusieron a funcionar su ciencia y experiencia pública pensando en el futuro que a punto está de alcanzarlos.
¿Y después qué harán?
Eso es lo más interesante porque Puebla cuenta con otros genios, algunos también maquiavélicos.
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