jueves, 20 de enero de 2011

[Miguel Ángel Granados Chapa. Plaza Pública] 'El Amarillo' y 'El JJ'

 

El martes fue un buen día para la Policía Federal y para la Secretaría de Seguridad Pública. Por la mañana dieron cuenta de la detención de Flavio Méndez, El Amarillo, aprehendido en Etla, Oaxaca, y a quien se presentó como uno de los fundadores de la agrupación criminal conocida como Los Zetas. Por la tarde la noticia consistió en presentar a José Jorge Balderas Garza, conocido por las iniciales de su nombre (suponiendo que ése sea el verdadero, pues se ostentaba con media docena de ellos), El JJ, distribuidor de cocaína en el Distrito Federal y municipios conurbados del estado de México. Sus apelativos se volvieron famosos hace un año, cuando se le acusó de disparar contra el futbolista del club América Salvador Cabañas, quien lesionado en la cabeza desde entonces no ha quedado en sus cabales.

Las autoridades policiacas y ministeriales tienden a abultar la figura de los delincuentes a los que capturan, por lo que hay que tomar con un granito de sal las afirmaciones con que componen la biografía de sus aprehendidos. Igualmente hay que poner en cuestión las declaraciones de los detenidos, especialmente cuando son formuladas ante la Policía Federal. No es extraño que cuando pasan al Ministerio Público y, sobre todo cuando están ante un juez, modifiquen sus dichos originales. 

Es que a la policía, especialmente la que depende del secretario Genaro García Luna, quien tiene una manía escenográfica, le da por lo aparatoso, por lo que genera efectos mediáticos, aunque después esos momentos iniciales no correspondan con el curso de la actividad ministerial y judicial.

 Por añadidura, infringiendo la ley procesal penal, la Policía Federal pone a sus capturados no a disposición de la Procuraduría de la República, sino que ofrece acceso a ellos a periodistas de la televisión comercial, que se halla en tan buenos términos del gobierno federal. Con esa argucia, el gran público se queda únicamente con la impresión inicial, y no con la información subsecuente, que puede concluir hasta en la libertad de los detenidos.(…)

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