jueves, 3 de febrero de 2011

[Carlos Marín. El asalto a la razón] Estulta intromisión en el IFE



Diputados federales pusieron el grito en el cielo contra la decisión del IFE de asignar a la adquisición y remodelación de inmuebles los 350 millones de pesos que ahorró en su ejercicio de 2010.
Aducen que el instituto es insensible a la pobreza y que debiera “devolver” ese dinero a la Tesorería de la Federación.

El presidente consejero, Leonardo Valdés, tuvo que dar ayer explicaciones, y tapó la boca de los plañideros: qué bueno que se preocupen por las finanzas (siempre auditables) del IFE; ojalá se ocupen también de responsabilidades como nombrar a los tres consejeros que faltan y que debieron ser designados hace tres meses.

Lo absurdo del caso no está sólo en que los desgarramientos de vestiduras apestan a demagogia. 
Tampoco en que los chillones pasen por alto que el IFE (por ley, como todas, emanada del Congreso) tiene autonomía de gestión, sino que viene pagando en arrendamientos más de 230 millones de pesos al año.

¿De cuándo acá son “sensibles a la pobreza” los que ahora gimotean cuando se les exhiben sus ofensivos dispendios?

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