lunes, 14 de febrero de 2011

[Carlos Marín. El asalto a la razón] Demenciales jeroglíficos de Porfirio



Alguna vez considerado “el Octavio Paz de la política”, Porfirio Muñoz Ledo (ex secretario de Estado en el priato dinosáurico y represor; ex dirigente nacional de los partidos Revolucionario Institucional y de la Revolución Democrática; ex representante de México ante la ONU y el Consejo de Seguridad y embajador del foxiato ante la Unión Europea, hoy diputado petista) cometió el sábado la insensatez de tomar en serio y hacer suya una descocada iniciativa: la de convertir el Distrito Federal en… ¡El Cairo!

La propuesta original es de Martín Esparza, el redivivo dirigente del SME que imagina pueda prosperar en México el “efecto Túnez” para “derrocar” al gobierno de Calderón: el mismo que, paradójicamente, esfumó la empresa en que trabajaban sus seguidores (Luz y Fuerza) y que después lo resucitó (traicionando a los que aceptaron ser liquidados) regalándole su “toma de nota” como secretario general.
Mejor Francisco Hernández Juárez, presidente colegiado de la Unión Nacional de Trabajadores, aceptó no tener la menor idea de lo que significa el llamado de Martín Esparza: “Si no hay disposición para solucionar los temas” (nacionales), dijo, “tendremos que seguir en las movilizaciones y en las marchas; pero me parece que sería un poco difícil pretender que las condiciones que se están dando en países como Egipto y Túnez pudieran replicarse en México, porque son distintas…”.

¿Las estima semejantes Muñoz Ledo? ¿Ignora que hace ¡siete mil años! en Egipto no ha habido una sola elección y que Mubarak fue de facto el último faraón?

Decepciona Muñoz Ledo, pero no sólo por su delirante azuzamiento para imitar a tunecinos o egipcios, sino también por el desaseado contexto en que se le ocurrió plancharse la iniciativa de Esparza: la ensalada de turbia ideología que acompañó el platillo de René Bejarano y su mitin en la explanada del Monumento a la Revolución.

(El profesor, vale recordar, es el hombre que mayor lealtad le ha guardado a Andrés Manuel López Obrador, pese a que éste lo acusó de “traidor” cuando apareció con Carlos Ahumada empacando fajos de billetes; que fue a la cárcel y salió exonerado; que fue clave para el triunfo de Marcelo Ebrard en la elección interna perredista y de la jefatura de Gobierno del DF y a quien El Peje no ha tenido a bien reivindicar en público)

Con Bejarano (dirigente del Movimiento Nacional por la Esperanza) estuvieron: su esposa Dolores Padierna; algunos mariscales de Ebrard (sus secretarios de Gobierno, José Ángel Ávila; Desarrollo Económico, Laura Velázquez, y de Trabajo, Benito Mirón); el senador Ricardo Monreal, el ex secretario particular de Fox, Alfonso Durazo, y la dirigente de la Asamblea Legislativa del DF, Alejandra Barrales.
Muñoz Ledo arengó: “No podemos perder el tiempo en juegos electoreros; es momento de llamar a la gran movilización que asegure el tránsito del país por un futuro mejor…”.

¿Ignora también que los “juegos electoreros” tienen fundamento en la Constitución que juró acatar?
¿Pues no que su onda era una brillante y legal “reforma del Estado”?

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