martes, 15 de febrero de 2011

[Carlos Ramírez. Indicador Político] FCH: pues sí, fue una volada - Bartlett: represión a Impacto



1.- Pues al final de cuentas, resulta que Carmen Aristegui fue una opinadora sin freno pero una mala periodista de investigación. En realidad, la comunicadora nunca hizo ningún intento profesional por confirmar la información del supuesto alcoholismo presidencial, sino que usó la versión de Gerardo Fernández Noroña para el uno-dos.

Pero como casi siempre ocurre en periodismo, la veracidad sale a la luz. La versión del alcoholismo presidencial fue una invención política de un asesor cercanísimo a Andrés Manuel López Obrador: el periodista Federico Arreola, hoy aún articulado a los intereses políticos del tabasqueño.

El propio Arreola acaba de aclarar que lo del alcoholismo fue una volada. E ingenuamente Aristegui cayó en la trampa. En su columna en El Sendero del Peje, el pasado jueves 10 de febrero, el también ex asesor de Luis Donaldo Colosio confirmó ser el origen del infundio contra Calderón:

“Acepto que fui el que inició el rumor del alcoholismo de Felipe Calderón. Lo hice en 2006, en el programa radiofónico de Joaquín López-Dóriga, después de que Calderón me calumnió miserablemente. A una mentira respondí con otra. Hice mal, lo reconozco. No hay más que decir.

“Como no hay ninguna evidencia que Calderón sea alcohólico, al menos yo no la conozco, afirmo que no lo es.”

Así de simple. Sólo que así de complicado Varios columnistas políticos, sin confirmar la versión, tomaron el infundio de Arreola y lo dieron por cierto. Y desde hace cuatro años ha circulado en columnas sin que nadie lo haya probado. Lo grave del asunto ha sido la comunicación goebbeliana: basta repetir mucho una mentira para convertirla en verdad. El periodismo de noticias, de difusión y de crítica requiere de la veracidad de los hechos. Y Aristegui, amigo de Arreola, sí tuvo conocimiento de que la versión del alcoholismo había sido un infundio. Por tanto, Aristegui fracasó como periodista aunque cumplió su tarea como bocina de Fernández Noroña y, obviamente, López Obrador.

La versión está en archivos. Basta revisar la memoria de Radio Fórmula y rescatar el programa aludido. Y para ello está la afirmación de Arreola que él inventó el chisme. Lo penoso del asunto fue que periodistas, cuya función es la de confirmar versiones y hechos, nunca se preocuparon por revisar el archivo del programa de López Dóriga.

Lo demás es lo de menos. Aristegui hizo un oso con el reclamo de la semana pasada. Pero antes de la decisión de MVS estaba el hecho de que Aristegui falló como periodista y se convirtió en rumoróloga de Fernández Noroña. Así que Aristegui le debe una disculpa al presidente Calderón y a MVS porque Arreola la dejó sin litis. (…)

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