lunes, 14 de febrero de 2011

[Ciro Gómez Leyva. La historia en breve] ¿Quién en lugar de Lázaro?



Para cortar de tajo los trascendidos de las últimas horas, Lázaro Cárdenas apareció en Morelia y dijo que no buscará ser el próximo presidente del PRD. ¿Qué lo llevó a descartarse este domingo, tres meses después de que Marcelo Ebrard lo destapara llenándolo de elogios, y apenas uno antes de que Jesús Ortega deje el cargo?

Seguramente un cuidadoso ejercicio de cálculo que, de principio a fin, le fue confirmando lo que su padre, Cuauhtémoc, expresara hace unos días con la sencillez del especialista: “No le deseo a nadie encabezar el PRD. Cualquiera que llegue a presidir el partido se va a encontrar sujeto a presiones de distintos grupos. Además, va a encontrar un partido dividido, un partido debilitado”.

El PRD queda así sin una figura de unidad para sortear el relevo sin los costos de pesadilla de los procesos de 1999, 2002-2004 y 2008. Eliminados los extremos de Chuchos y lopezobradoristas, la baraja se reduce a nombres de poca monta, comparados con las figuras de linaje histórico: Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo, Andrés Manuel López Obrador, Amalia García, Rosario Robles, Jesús Ortega.

Pienso que eso, paradójicamente, puede ser lo mejor para el PRD en esta circunstancia: que llegue al cargo un buen peso medio, un wélter. Con Pablo Gómez sortearon la crisis de 1999. Con Leonel Godoy, la de 2002-2004.

A menos de que se estén realmente preparando para abrir fuego entre ellos, Ebrard y López Obrador no necesitan un Moreira, sino un presidente de partido con sentido común y, sobre todo, sentido de sacrificio.

Porque el futuro no pinta mal para el PRD si es capaz de sobrevivir a marzo. A la sucesión y a la candidatura en el Estado de México. 

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