jueves, 10 de febrero de 2011

[Héctor Aguilar Camín. Día con día] El Consenso de México



La historia se llevó el “proyecto de nación” que gobernó la cultura política de México durante la larga hegemonía del PRI. Me refiero al llamado nacionalismo revolucionario. Pocos se confiesan añorantes de aquellas certidumbres públicas cuyo centro fue un estatismo intervencionista que acabó consumiéndose en los yerros de su propia impunidad.

Con aquel paraguas hecho trizas, hemos pasado al menos 15 años a la intemperie, desde la crisis del 95. Los “proyectos de nación” del gobierno y de sus oposiciones, parecen desde entonces diluidos. Difícil imaginar que, sin estar siquiera bien esbozados, pueden volverse el embrión de nuevos acuerdos mayoritarios.

Acuerdos mayoritarios los llamo, porque “proyectos de nación” en el sentido unanimista del término no hay ni puede haber en una democracia. Pero un piso común de consensos sobre el cual ejercer las diferencias, no sólo es posible, sino indispensable para la marcha estable y la prosperidad duradera de los países.

He conversado mucho con Jorge Castañeda sobre el hecho, un tanto paradójico, de que durante estos años de desdibujamiento de los proyectos nacionales se han ido consolidando, sin embargo, ciertos valores públicos que es difícil desafiar, valores de una nueva cultura política que bien pudiera ya ser el nuevo piso común en que estamos parados.(…)

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