viernes, 4 de febrero de 2011

[Miguel Ángel Granados Chapa. Plaza Pública] Revoltura sudcaliforniana



Dos sorpresas coronaron la confusión que ha sido el signo del proceso electoral de Baja California Sur, que culmina pasado mañana. De un lado, Diego Fernández de Cevallos reapareció en política electoral con un llamado a votar por el candidato de su partido a la gubernatura. Quizá porque careció de noticias durante los siete meses de su secuestro, el influyente panista ignora que invitó a sufragar por alguien que fue perredista y hasta iba a ser candidato del PRD hasta que lo fichó el PAN. 

De otra parte, Leonel Cota parece haber sentido nostalgia por su remoto pasado y, como candidato de Nueva Alianza a la alcaldía de Los Cabos, llamó a votar por Ricardo Barroso Agramont, candidato del PRI, no obstante que el Panal cuenta con su propia candidata, Blanca Estela Meza Torres, y sería de esperar que por mínima y lógica solidaridad instara a sufragar por su compañera de planilla, por así decirlo.

Pero la lógica, que no suele hacer buenas migas con la política, ha estado ausente desde tiempo atrás en la vida pública sudcaliforniana. El PRD ha dominado en los 12 años recientes el gobierno estatal y las administraciones municipales. Sobre todo en el sexenio que está por concluir lo ha hecho tan mal, con rapacidad propia o aliento a la ajena, que está en riesgo de perder el poder, que en su momento máximo le permitió ejercer la gubernatura, ser mayoría en la legislatura y gobernar cuatro de los cinco municipios.

Ha corrompido a los funcionarios de todos los niveles la avidez por tener una tajada de los negocios inmobiliarios que son apetecibles en una entidad bendita por litorales magníficos, especialmente el del Mar Bermejo en un tiempo llamado Mar de Cortés, y la punta de la península. (…)

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