miércoles, 9 de febrero de 2011

[Sergio Sarmiento. Jaque Mate] Carmen



"Los políticos (mexicanos) no hemos aprendido a debatir sin descalificar".
Beatriz Paredes

Puedo estar a favor o en contra de la manera en que Carmen Aristegui manejó la información sobre la insultante manta de Gerardo Fernández Noroña, Mario di Constanzo y Jaime Cárdenas contra el presidente Felipe Calderón. Eso es lo menos importante. Pero destituirla de su programa radiofónico por haber pedido que Presidencia aclarara el supuesto alcoholismo del presidente Felipe Calderón me parece innecesario y, de hecho, perjudicial a la imagen del primer mandatario.

Entiendo que hay ciertas preguntas que se convierten en acusaciones. Se puede sostener que esto ocurrió el viernes 4 de febrero con la exigencia de Aristegui (cuyo programa de radio se emitía en el mismo horario del mío) de que la Presidencia aclarara una descalificación que ha estado fomentando desde hace tiempo Fernández Noroña. Considero, por otra parte, que los dueños de MVS, la familia Vargas, que siempre ha sido una gran defensora de la libertad de expresión de los comunicadores que han trabajado para ella, tiene el derecho de escoger a sus colaboradores.

Estrictamente hablando me parece que la pregunta abierta de Aristegui no violó un principio informativo, el cual me parece muy saludable, de no presentar rumores como información. La decisión de destituir a una de las periodistas más importantes del país le hace así daño a una familia que puede enorgullecerse de su tradición de defensa de la libertad. Recuerdo a un colaborador de MVS que me comentaba hace años, cuando la censura gubernamental era realmente feroz, del valor con el que la familia Vargas había defendido su libertad de criticar al gobierno. (…)

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