Puede o no gustar el estilo y la propuesta aliancista de Marcelo Ebrard, pero él y Enrique Peña Nieto son de los escasos políticos bien calificados por amplios sectores de la población.
La plataforma partidista de Marcelo, empero, está desmoronándose.
Su antiguo jefe y aliado, Andrés Manuel López Obrador, es ahora su principal adversario que juega a pedir una impensable “licencia” para golpearlo desde otros membretes; alienta el éxodo en el PRD a través de la franquicia de Martí Batres (¡secretario en el Gobierno del DF!), y azuza el sabotaje de los actos de Marcelo con pancartas como la de ayer.
El cartel ideal en 2012 (quien sea que resulte postulado por el PAN) debiera enfrentar a Marcelo Ebrard, apoyado por una sólida izquierda unida, con el priista Enrique Peña Nieto.
El Peje, sin embargo, está empeñado en hundir a su ex carnal.
Lástima, porque se impone que la próxima sea una contienda presidencial competitiva entre políticos jóvenes y modernos.
Por desgracia, tal escenario está ensombrecido por el populismo antidemocrático y cavernícola…
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