viernes, 4 de marzo de 2011

[Héctor Aguilar Camín. Día con día] La deriva de la izquierda


Lo que llamamos izquierda presenta una deriva preocupante. Su división es manifiesta. No tienen una discusión de ideas o programas. Tienen una discusión instrumental sobre si las alianzas con el PAN se valen o no. En el fondo, tienen una pugna sobre quién será el candidato presidencial.

No hay sino dos candidatos viables. Andrés Manuel López Obrador, que tiene ya su franquicia rumbo al 2012, con el Partido del Trabajo, y la de Marcelo Ebrard, que no tiene aún ganado su boleto de entrada, sino que brega por él dentro del PRD, donde AMLO es también precandidato.

La división puede lisiar a la izquierda como alternativa electoral en 2012. Sea porque acabe presentando dos candidatos, sea porque presente uno debilitado por la pugna interna.

El electorado que definirá esa elección es el contingente de los votantes sin voto fijo: no los portadores del voto duro, sino los del voto volátil. Si la izquierda llega a la elección de 2012 tan debilitada y dividida como se ve hoy, no será una opción creíble para ese electorado que puede entrar muy rápidamente en la lógica del voto útil, es decir la lógica de no considerar como opción de voto las candidaturas que, aunque nos simpaticen, no pueden ganar.

La lógica del voto útil puede crear un vacío electoral catastrófico para la izquierda al concentrar su atención en los candidatos que sí pueden ganar, dejando a los otros sólo con su voto duro.

El partido que gane sólo su voto duro en 2012 sufrirá una derrota severa. Podrán ganar nada más los partidos que capturen la imaginación de los votantes indecisos, para este momento quizá 40 por ciento del electorado.

Una candidatura dual de la izquierda o una candidatura debilitada por la pugna interna, puede, simplemente, ser abandonada al tercer lugar de la elección, dejando la contienda real por el triunfo entre los dos punteros.

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