La Jornada Aguascalientes
Género: Opinión
Publicación: 17 de febrero de 2012
Autor: Oswaldo Rodríguez García
Como zalea de cacería quedó colgado en el muro de los “triunfos” priístas la espectacular y mil veces fantástica noticia de que, por las gestiones inigualables y unos ya rollitos de sushi que compartieron, los japoneses decidieron invertir miles de millones de dólares en Aguascalientes, esto es la venida casi mesiánica de la Nissan.
Se divulgó el rumor de la llegada de la planta desde varios meses atrás, incluso se regó también la versión de que la inversión nipona se había desplomado y las esperanzas de un impulso económico se desvanecían. Pero las veladoras encendidas desde el palacio mayor pudieron más que la competencia encarnizada entre estados de la República por atraer dicho capital extranjero.
El gobierno de Querétaro y otros se quedaron con las ganas de colgarse esa medallita y más en pleno año electoral… esto demuestra que Dios a veces sí les da alas a las víboras.
Pero la noticia se dio. Se paralizó momentáneamente la atención ciudadana por el anunció de la cristalización de ese proyecto. Nissan llegaría en 2013 a nuestro estado y con ella el anhelado progreso al que los aguascalentenses se esperanzaron desde hace más de un año.
Efectivamente las perspectivas de todos cambiaron, pues Aguascalientes necesita de manera urgente un rescate económico y social y la Nissan representa esa sacudida necesaria de nuestro sistema financiero local.
Todo parecía que se acomodaba, oposiciones salieron a las azoteas a lanzar fuegos pirotécnicos de gusto, las voces de líderes sindicales y empresarios emitieron un sinfín de felicitaciones y la ciudadanía estaba más que satisfecha por una promesa cumplida, una de cientos, pero qué más da. Recuerden que somos territorio 100% de promesas incumplidas.
Luego de toda la algarabía celebrada en esos días del anunció, surgió una preocupante operación que por años se ha debatido, la conveniencia de un Tratado de Libre Comercio entre México y Brasil, acuerdo que al parecer ayudaría a mejorar la posición negociadora de los dos países en la escena mundial, pues para el Gobierno Federal resulta interesantemente jugoso hacer negocios con los dueños del PIB brasileño, que alcanza los 1.6 mil millones de dólares, equivalente al de Alemania.
Tiene más de 20 años en la mesa la posibilidad de una alianza estratégica entre México y Brasil, debido a la similitud en los problemas que encaraban ambas naciones, ya que los dos países enfrentan un fuerte endeudamiento; una enorme dependencia, para la generación de ingresos, de la exportación de materias primas; la pobreza, la inseguridad, etcétera. De hecho, pocos podrían oponerse a que ambas naciones trabajen de manera coordinada para mejorar no sólo su poder de negociación frente a los acreedores, sino favoreciendo la capacidad de gestión de América Latina en el mundo.
Sin embargo, la industria automotriz sería la más afectada en cuanto a competitividad e ingresos de darse dicho tratado. Este sector de la economía viene arrastrando severos problemas desde el 2009. Apenas se viene recuperando de la drástica caída cercana al 40% del mercado interno y las exportaciones y que repercutió directamente en los trabajadores, ya que las plantas armadoras en México trabajaron durante los dos últimos años al 60% de su capacidad, manteniendo una serie de paros técnicos y disminución de la entrega de utilidades. Desaparecieron 100 distribuidoras de autos en el país y en Aguascalientes. Se dejaron de consumir en México 300 mil vehículos anuales.
Lo sucedido en esta industria no se puede leer como un hecho aislado, como parte de la crisis que el resto del mundo atraviesa, ya que se trata de una de las más importantes fuentes de divisas del país en manufactura. El mercado de exportación también sufrió un golpe fuertísimo al caer en Estados Unidos de 12 millones a 9 millones tan sólo en el 2011. Trágico desplome cuando consideramos que Estados Unidos representa para México el 75% de sus exportaciones de autos.
Y no es de sorprenderse que la apertura de fronteras se convierta en un viacrucis para la industria automotriz, pues ese mismo problema lo vienen sufriendo y denunciando desde hace décadas. Solamente en los últimos dos años se adentraron de manera desmedida 3 millones de vehículos extranjeros usados, los llamados “chocolates”, lo que contribuyó a deprimir más el mercado.
Afortunadamente la industria ha salido adelante, aunque con un poca recuperación, pues ha estimado que alcanzará índices más positivos hasta dentro de tres o cuatro años, plazo que se extendería hasta más de diez de darse un tratado como el que planean en donde los únicos perjudicados, como siempre, serían los mexicanos y en esta ocasión, todavía más, los aguascalentenses.
¿Y por qué nos afectaría más a nosotros?, es sencillo, la manufactura en Aguascalientes ha sido cada vez más dependiente del subsector de Fabricación de Equipo de Transporte, es decir, la industria automotriz y de autopartes. En el mes de enero del 2005 representaba un 63% del total de la industria de manufactura, con un valor de producción de 2 mil 579 millones de pesos. Pero seis años más tarde, el valor de la producción es cercano a los 7 mil millones, representando ya el 80% de la manufactura estatal.
Lo preocupante de esta situación es que, de darse un nuevo ajuste económico y otra desaceleración, a la par de un Tratado de Libre Comercio que privilegia la importación de automóviles de Brasil, la manufactura local se vería muy dañada, con poco circulante, con una producción constante pero con mínimas utilidades.
No todo es miel sobre hojuelas. Hoy nuestros gobiernos deben apelar por un tratado de libre comercio justo, que beneficie por igual y que no perjudique a sectores muy definidos. Ya fue un logro gigantesco de magnitudes bíblicas el hecho de que la Nissan invierta en Aguascalientes. Vamos defendiendo ahora su mercado, su campo de acción y lo principal, nuestros trabajadores. Las gestiones pues no han terminado, sigamos en esa labor para que no se nos caiga el teatrito.
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