La Jornada
Sección: Opinión
Género: Opinión
Publicación: 11 de agosto de 2010.
Autor: Julio Hernández López
Web: http://www.jornada.unam.mx/
Escenografía de pluralidad partidista para un solo concertado. Felipe, el ejecutante, tratando de parecer virtuoso de la instrumentación. Corales, los músicos invitados acabaron gustosamente sonando igual en los arreglos estipulados: Vamos ganando, aunque no lo parezca, reiteró el filarmónico de Los Pinos, al tiempo que demostraba, con su preponderancia mediática acordada, que dialogaba, aunque tampoco lo pareciera.
Algo así como un Primer Informe Fúnebre ante el Honorable Congreso de los Líderes Partidistas (menos uno, el del Partido del Trabajo, que no aceptó participar en la farsa dialoguista).
Felipe necesitado de la convalidación múltiple, del respaldo aunque fuera ligeramente crítico, de las apariencias de la tan buscada "unidad" en torno suyo, así que comenzaba la tanda de apoyos el comisionado de Dante Delgado para encabezar formalmente el partido Convergencia, Luis Walton, con una pieza oratoria sencilla y complaciente, tal vez pensada más para agradar al jefe pinolero si es que una alianza en Guerrero no lleva al todavía priísta Ángel Aguirre Rivero y es necesaria, como remplazo, una fórmula "de izquierda" para la gubernatura con el amable orador convergente como candidato perreánico (aunque el chuchismo preferiría ir con Aguirre). Eso sí, con cierto pudor de clóset, Walton no enarboló ninguna pancarta que dijera "Gracias, señor Presidente".
El representante del Partido Verde Dolarista, Arturo Escobar y Vega, continuó con la vehemente tarea de pronunciar palabras, enfatizar algunas y teatralizar otras para dejar constancia de que algo sustancioso se había querido decir. En esencia, el miembro del cártel de los Niños Verdes ofreció todo su respaldo, amplio, absoluto, enorme, a las tareas bélicas del licenciado Calderón aunque, obviamente, agregando al guiso algunas pizcas que pretendieron pasar por sesudas propuestas y análisis profundo.
Ninguno tuvo, sin embargo, tanto éxito en el abatimiento de la esperanza de que el remedo de política actual tuviera remedio, como el disperso e impreparado Jorge Kahwagi, colocado por la profesora Gordillo al frente de un partido de cuadros magisteriales como una demostración descarnada de que quien manda hasta con excesos aberrantes en el Panal de los privilegios, de la A a la Z, es ella, capaz de hacer cónsul de su Roma partidista a un boxeador de la farándula.
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