El secretario del Trabajo, el poblano y ex priista Javier Lozano Alarcón, ha demostrado ser el más aguerrido del gabinete presidencial. Como don Roque, le parte la cara a cualquiera y, por momentos, ha sido el más dispuesto a jugarse el pellejo político.
Ahí están sus confrontaciones con Napoleón Gómez Urrutia y Ma
rtín Esparza.
Lozano fue, a finales de los 90, uno de los cercanos a Francisco Labastida Ochoa. Lo acompañó como subsecretario en Gobernación y luego en su campaña presidencial, donde fue rebasado por el primer círculo, para luego dar el paso al PAN, estableciendo una cercana relación con Felipe Calderón.
En medio, durante en el gobierno de Fox, se refugió en su despacho y fue consultor de medios electrónicos, de donde regresó al quehacer público, pero desde la casa de enfrente.
Se creyó que sería titular de la SCT, pero su ventaja fue desventaja: la relación profesional, como consultor de medios desde el servicio privado.
En 2006 Calderón le dio la Secretaría del Trabajo, desde donde ahora levanta la mano de cara a la sucesión presidencial y al proceso interno del PAN, dentro de un año, método que delineará su próximo Comité Ejecutivo.
Pero no veo que el viejo panismo lo deje pasar, menos el ultrapanismo del Yunque y tampoco el neopanismo.
Pero la apuesta de Lozano es a la necesidad de contar con un candidato presidencial competitivo en 2012, lo que las circunstancias, más que los intereses de grupo y hasta de partido, habrán de decidir.
Como con Fox, quien desde 1998 impuso su candidatura al PAN y lo llevó a la Presidencia de la República, lo que algunos de los suyos no han logrado digerir y, otros, alcanzado a entender.
Así que lo de Lozano no es un tiro al aire.
Y él sabe por qué. (…)
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