El Universal
Sección: Editorial
Género: Opinión
Publicación: 30 septiembre de 2010.
Autor: Luis Maldonado Venegas
Sin presiones externas ni intromisiones del poder en cualquiera de sus expresiones, la Universidad Nacional Autónoma de México marca el derrotero del país, profundamente involucrada en sus necesidades y en su futuro.
Esta es la esencia que nutre a la universidad pública número uno de nuestra patria. Y este es también el contexto del vigoroso y comprometido llamado de alerta, lanzado desde el Congreso de la Unión el pasado 22 de septiembre, por el rector de nuestra máxima casa de estudios, el doctor José Narro Robles, en ocasión del centenario de nuestra alma máter:
“Es hora de reconocer que muchos de nuestros problemas, de los históricos y los derivados del propio proceso de modernización, no tienen solución si seguimos por el mismo camino, si no se efectúan reformas de fondo, si no se ponen en práctica políticas alternativas, si no se imagina y traza un nuevo proyecto nacional… Los nuevos tiempos de México reclaman un diseño renovado de su porvenir y, en consecuencia, una reforma integral”.
Dotada de buen gobierno, esto es, con el apoyo firme de una inequívoca visión de Estado y con recursos suficientes para crear, producir y difundir el conocimiento científico, humanístico y tecnológico, la UNAM, en primer lugar, y con ella el resto de nuestras universidades públicas, son elementos fundamentales para consolidar a México exitosamente frente a las exigencias del siglo XXI. Su interés está vinculado, debe estarlo, al interés superior de la sociedad.
Tres al menos son las funciones que cumple la UNAM: la de educar, la de investigar y la social. Estas funciones han sido amenazadas al menos desde hace dos décadas, cuando la globalización y el libre comercio pretendieron condenar a la universidad pública a la privatización. Si este avieso propósito se cumple, se frustraría la razón de ser de toda universidad pública: consolidar identidad, soberanía e independencia. Se quebrantaría su compromiso con la nación. En el caso específico de la UNAM, no podría entenderse su desempeño si no está hermanado con el proyecto de nación de la mayoría de la sociedad a la que pertenece.
Actualmente, las universidades públicas cubren casi el 70 por ciento de la matrícula en educación superior. Sin embargo, en los últimos nueve años, las universidades privadas crecieron a una tasa promedio de 5%; al cierre de 2009 había cerca de mil 600 instituciones particulares, de las cuales solamente a 538 les reconoce la Secretaría de Educación Pública, calidad académica.
Este es el grave riesgo para México, contenido en el llamado de alerta del doctor José Narro Robles: reivindiquemos el papel histórico de la educación superior, de cuyas aulas han egresado acreditados científicos, humanistas, artistas, escritores, filósofos y políticos constructores y transformémosla en palanca del desarrollo con equidad, para el México de hoy y del porvenir.
Como universitario y como mexicano, hago votos por que ese llamado de alerta no haya sido para una clase política indiferente, sino para un Congreso cuyas presuntas mayorías se preocupen de verdad por legislar para el futuro de la nación.
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