miércoles, 8 de septiembre de 2010

Sergio Sarmiento. Jaque Mate, TV digital



El presidente Felipe Calderón anunció el pasado 2 de septiembre su decisión de adelantar la transición digital de la televisión. El proceso comenzará en el 2011. La fecha del gran apagón analógico -cuando ya no se podrán ver las transmisiones en receptores tradicionales- ha sido adelantada al 2015 del 2021.

Como se ha hecho en otros países, el gobierno subsidiará la compra de convertidores que permitan a los receptores analógicos decodificar señales digitales. Estamos hablando de un costo que fácilmente superará los 15 mil millones de pesos. El gobierno dice que este dinero se recuperará con la subasta del espectro que dejen libres las televisoras al suspender sus emisiones analógicas, pero hay quien piensa que las televisoras pueden mantener legalmente el espectro mientras no concluya el plazo pactado originalmente para el 2021.

La digitalización tiene ventajas indudables. Quizá la más importante es que permitirá la multiplicación de señales. Las emisiones digitales pueden colocarse en canales adjuntos a los que ya conocemos sin generar interferencia. Así, además del 2, 4, 5, 7, 9, 11, 13, 22, 34, 40, etcétera, podríamos tener el 3, 6, 8, 10, 12, 14, 15, 16, 17, 18, 19, 20, 21, 23 y muchos más. Si se compactan las señales, será posible también emitir varios canales en el espacio que tradicionalmente se empleaba para uno. Una familia podrá recibir decenas de canales sin tener que suscribirse a un sistema de paga. Mejorará también la calidad de las señales y se podrán ofrecer videos de alta definición.

La digitalización puede abrir una mayor competencia en un mercado fuertemente concentrado. Pero para que se dé esa competencia el gobierno tendría que subastar las concesiones a empresas privadas en lugar de repartirlas como favores políticos.

Todo grupo político e institución pública quiere su propio canal. El gobierno del Distrito Federal, el Congreso de la Unión, la Suprema Corte de Justicia, los gobiernos estatales y una multitud de organizaciones no gubernamentales han levantado la mano para pedir el suyo. Si el gobierno federal reparte permisos o concesiones entre estas instituciones, el espectro estará dominado por programación aburrida que no representará una verdadera competencia para las televisoras comerciales. Peor aún, los contribuyentes tendremos que pagar el funcionamiento de estos nuevos canales sin público.(…)

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