- Fox (de nuevo) en cristalería
- Contra Calderón
- AMLO, en la mira
- Administrar el narco
Vicente Fox está de regreso. Le han seleccionado dos temas para que desarrolle sus nuevos esfuerzos discursivos: el grave riesgo de que el PAN no pueda continuar en el poder y el fracaso de la guerra contra el narcotráfico. En ambos puntos confronta con taimado cálculo las políticas de quien siempre le mereció menosprecio, el sucesor de baja monta política al que ayudó a instalarse maltrecho y precario porque así contrastaría en positivo la propia figura tutorial con botas y porque el previsible naufragio del calderonismo haría extrañar al antecesor menos letal.
Fox pretende retomar liderazgo partidista y social. Entrevistado por Salvador García Soto en El Universal, reconoció que el PRI está encaminado a ganar los comicios de 2012: por lo pronto los dados dicen eso, los dados y los datos. El ex gobernador de Guanajuato trata de acicatear a sus compañeros de partido ante el vacío de propuestas de color blanco y azul que ha generado el centralismo felipista que, a pesar de que los adversarios tienen amplio camino andado en las personas de Enrique Peña Nieto, Marcelo Ebrard y Andrés Manuel López Obrador, hasta ahora no se resuelve a definir precandidaturas firmes y viables (Ernesto Cordero y Heriberto Félix nomás no levantan; Alonso Lujambio ni con el SNTE puede; a Vázquez Mota no la quieren en Los Pinos).
Por estrategia e incluso por visceralidad sabida, la reaparición activa del esposo de la señora Marta es también una reacción directa al creciente reposicionamiento del tabasqueño que desde el estado de México ha vuelto a tomar iniciativa y está fijando la agenda electoral inmediata, enfrentando abiertamente al jefe del Cártel del Copete y al colaboracionismo de los Chuchos. Fox tratará de rebasar a Calderón y de negociar los casos de sus aliados, Santiago Creel y Manuel Espino, quienes pretenden ser candidatos presidenciales del PAN (aunque al segundo se le instauró un procedimiento de expulsión que sintomáticamente no ha avanzado ni se ha perfeccionado procesalmente, como si estuviera allí la guillotina más bien para cerrar tratos), pero buscará sobre todo reproducir el discurso de exclusión hacia López Obrador y convertirse en la contraparte envenenada, provocativa e injuriosa de la campaña del viajero frecuente que todavía es perredista.
La otra parte del plan que le ha sido trazado al padrastro de los famosos e impunes hermanos Bribiesca es la recuperación de la esperanza social en el control de la violencia desatada a partir de la ampliamente repudiada guerra calderonista contra el narcotráfico. Chente práctico y directo aboga por el manejo del problema, no por su exterminio. Ni Obama ni Rodríguez Zapatero se han planteado terminar con el consumo de drogas y los cárteles, explicó el internacionalista cuyo sexenio fue marcado por la temprana salida de Joaquín Guzmán, el Chapo, de una cárcel de presunta alta seguridad para convertirse desde entonces en jefe en libertad del cártel más protegido durante el decenio panista, una especie de extraoficial secretario de administración del tráfico de drogas. Chente claridoso: “El tema se administra, el tema es que no puedes romper todos los balances y todos los equilibrios a la vez, y aquí los rompieron (…)
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