El almirante Wilfrido Robledo, a la sazón titular de la Policía Federal Ministerial, trazó la estrategia y acompañó a la familia en las decisiones clave durante los más de siete meses que duró el secuestro y hasta que recuperó su libertad Diego Fernández de Cevallos.
De no ser por ese caso (extraordinario por el personaje, pero explicable y lamentablemente tan discreto que a la institución se le reprochó “no actuar”), y quizá otros meritorios pero mucho menos llamativos, la Procuraduría General de la República se ha venido desdibujando en la misma proporción en que la Policía Federal de la Secretaría de Seguridad Pública acredita su efectividad.
Ante nada o poco de qué ufanarse, la PGR no resentirá la salida en paquete de 21 de sus 32 delegados estatales, como no ha resentido casi 500 bajas desde abril, en que Marisela Morales asumió su conducción y ha puesto bajo lupa a alrededor de mil 400 empleados, peritos, policías y funcionarios (de una planta de 20 mil 600), que están sujetos a investigación.
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