Diario de Yucatán
Género: Opinión
Publicación: 8 de agosto de 2011
Autor: Ramón Valdés
Las necesidades y reclamos ciudadanos han rebasado por mucho a todas las propuestas y opciones ofrecidas por los partidos políticos. La mayoría de los ciudadanos se autodenomina "apolítico" o en casos más precisos "apartidista" ya que no se identifica con ningún Instituto Político en particular. De hecho, la mayoría de los mexicanos siente a los políticos como lastres o ladrones legitimados por la ley, que sólo perjudican y obstaculizan el desarrollo nacional.
Lo cierto es que la errática conducción de nuestro país ha lastimado profundamente la confianza de la sociedad en las llamadas instituciones públicas; en consecuencia, vemos que a lo largo y ancho de toda la nación y ante la incapacidad de los actuales poderes gubernamentales han surgido decenas, quizá centenas de movimientos ciudadanos que encuentran en la manifestación pública la única vía para reclamar y presionar al gobierno para que despierte de su terrible autocomplacencia y se ponga a trabajar en la solución de los problemas sociales.
Ejemplos son los movimientos por la paz, los que van contra la violencia, los que buscan detener la discriminación, los que abogan por la equidad de género, los que combaten los monopolios, los que desafían los abusos bancarios, etcétera, etcétera y etcétera...
Por otra parte, ante la nefasta administración de la ignorancia, que se ha dado durante las últimas décadas en nuestro país, y la grave complicidad de los medios de comunicación masiva (salvo algunas contadísimas excepciones), los mexicanos adolecemos de criterios informados porque simplemente no tenemos la posibilidad de manifestar ideas diferentes.
La única solución que la ciudadanía ha tenido a la mano es la creciente difusión de propuestas y movimientos en las redes sociales; medios de comunicación que hasta la fecha no se han podido "domar o domesticar".
Para todos resulta urgente un cambio, un reencuentro de la ciudadanía con la vocación original de todo partido político; estar al servicio de los ciudadanos y no a la inversa, como hoy sucede.
De eso se trata la transformación del antes conocido "Partido Naranja", en el Partido Movimiento Ciudadano. Una nueva y refundada propuesta política que pretende convertirse en un verdadero gestor y portavoz social.
Se busca que cualquier movimiento ciudadano (organizado y con fines legales) pueda encontrar en este partido un vehículo para convertir en políticas públicas sus demandas, reclamaciones y objetivos.
La primera y mayor diferencia con las demás organizaciones políticas es que Movimiento Ciudadano (MOCI) no obliga al ciudadano a la militancia partidista para poder ser candidato a un cargo de elección popular. Los documentos básicos de este renovado partido permiten que cualquier persona encuentre una vía para manifestar sus ideas y propuestas.
Por otra parte, MOCI ofrece una importante determinación en legalizar todos los mecanismos de democracia participativa, es decir, los medios para que los ciudadanos verdaderamente tengan control y poder sobre la nación. La agenda legislativa buscará hacer realidad figuras legales como el plebiscito, el referéndum, la iniciativa ciudadana, la imprescindible y urgente revocación del mandato y el presupuesto ciudadano, entre varias figuras más.
Concluiría esta breve explicación y con la promesa de abordar cada mecanismo de democracia participativa en artículos posteriores, añadiendo la siguiente frase: "El MOCI pretende ofrecer a los movimientos ciudadanos las armas políticas que hasta la fecha se les habían negado".
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