Tuve en mis manos el lunes la declaración de Mateo, un testigo protegido que acusa a Manuel Añorve de haber recibido millones de dólares de los Beltrán Leyva para su aventura electoral en Guerrero. La tiré a la basura. El documento encontró buen puerto en Reforma, que ayer lo desplegó como nota principal.
El objetivo de esta filtración (que la PGR ya desacreditó) era de una grosería extrema: forzar al candidato del PRI a emplear los últimos minutos de campaña para defenderse de una acusación hecha por un anónimo, y de paso crear la percepción de última hora de que el crimen está incrustado en el PRI y sólo en el PRI. Daño express. No importaba que nadie se volviera a ocupar del tema al día siguiente de la elección.
Malos presagios para el Estado de México y la elección presidencial de 2012. Alguien está dejando de cumplir su obligación de servidor público para obtener beneficios electorales. Otra vez, no importa sembrar tensión y odio. Otra vez se cree que para ganar se vale de todo. Y que la victoria lo paga todo.
Tiré, tiramos a la basura la declaración de Mateo, porque, como se expresó aquí en diciembre a propósito del caso Televisa-Proceso, despreciamos la práctica de hacer copy and paste con las palabras de un testigo protegido; de convertir las palabras que salen de los separos en revelaciones celestiales.
Porque la verdad de los separos es, esencialmente, una mentira a conveniencia de alguien. Por ejemplo, de quienes no pueden darse el lujo de que el domingo pierda en Guerrero la alianza PRD-PAN, que se la ha jugado con un candidato priista acusado de formar parte de un grupo que mató perredistas. Muchos perredistas.
La mierda a todo lo que da.
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