miércoles, 26 de enero de 2011

[Jorge Fernández Menéndez. Razones] Apuntes sucesorios


En cuanto terminen los procesos electorales de Guerrero y Baja California, cuando esté definido ya el candidato del PRI para el Estado de México (en el PAN y en el PRD en esa entidad nos están intentando dar atole con el dedo con la historia de la alianza), será incontenible la presión para definir con mucha mayor claridad las precandidaturas presidenciales.

Por eso en estos días, previos también al inicio de un periodo ordinario de sesiones del Congreso, que será mucho más corto en la realidad que en el papel (la Semana Santa va a reducir en los hechos las labores a la mitad de abril), se han dado muchos movimientos internos entre quienes buscan estar en las boletas electorales en julio del año próximo.

En el PRI es bastante obvio que a esta altura sólo hay dos aspirantes reales, Enrique Peña Nieto y Manlio Fabio Beltrones. Parece imposible que pueda aparecer otro y serán ellos, con sus aciertos y errores, los que irán diseñando su futuro. Como en ningún otro partido, las cosas de cara a 2012 quedan en sus respectivas manos.

En el PRD, mientras Marcelo Ebrard y Andrés Manuel López Obrador se siguen colocando zancadillas con argumentos de unidad, el fundador del partido, Cuauhtémoc Cárdenas, ha levantado nuevamente la mano para recordarles que ahí está. 

Lo hace presentando su libro, en un contexto donde distintas corrientes quieren lanzar, quien sabe con qué intenciones, a su hijo Lázaro a la presidencia del partido, y cuando reinan la confusión y un pragmatismo severo en el perredismo. Mientras dan por perdida Baja California Sur por pleitos que son más familiares que partidarios, Ebrard está realizando una apuesta muy alta en Guerrero con Ángel Heladio Aguirre, al tiempo que López Obrador aparentemente ha logrado imponer en el estado de México a Alejandro Encinas

El jefe de Gobierno capitalino se ha encontrado, también, con escollos en el Distrito Federal, con la oposición a la Supervía Poniente que encabezan, en una rara amalgama, desde grupos radicales hasta militantes lopezobradoristas, pasando por panistas de dentro y de fuera del gobierno. La verdad, parece un exceso y, desde el punto de vista del PAN, un intento de regresar el golpe de Atenco y el aeropuerto, pero si derrota esa oposición demasiado politizada a la obra, Ebrard podría levantarse con un triunfo importante.

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