Es una lástima ver que la agenda de México con Estados Unidos está “migratizada” y “narcotizada”. Los dos temas que dominan la relación bilateral son la defensa de los trabajadores indocumentados mexicanos y el combate al crimen organizado, en particular los narcotraficantes. Nadie duda que estos dos asuntos sean centrales para ambas naciones. Lo que se extraña, sin embargo, es una agenda más ambiciosa que incluya una nueva ola de integración económica entre los dos vecinos y abarque, desde luego, al otro país de América del Norte, Canadá, y quizás algunas naciones centroamericanas y caribeñas.
América del Norte debe tener una agenda económica común para competir con las otras regiones del mundo. Con una Europa ya muy integrada pero que tiene problemas sociodemográficos muy serios. Y, sobre todo, con Asia donde está una potencia económica muy importante como Japón y dos de las naciones de gran dinamismo y potencial: China e India.
En Estados Unidos hay una obsesión con lo que está ocurriendo en China. La prensa está llena de artículos sobre este país al que se percibe como la siguiente superpotencia por el tamaño de su población, la grandeza de su territorio, la riqueza de sus recursos naturales, el dinamismo de su economía y, desde luego, su poder militar. China se está convirtiendo en el heredero natural de la Unión Soviética para competir con Estados Unidos en un mundo otra vez bipolar.
Desde luego que los chinos todavía están muy lejos de la riqueza que tienen los estadunidenses. Mientras que el Producto Interno Bruto per cápita de China es de cuatro mil dólares al año, el de EU es más de diez veces superior: 46 mil dólares al año. Sin embargo, China ya es la segunda economía más grande del mundo detrás de Estados Unidos y, aunque tenga 300 millones de personas viviendo en condiciones de prosperidad en su región costera, pues esa población equivale a la de nuestro vecino del norte.(…)
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