viernes, 28 de enero de 2011

[Julio Hernández López. Astillero] Tribunales electrónicos - ABC, en el olvido


  • Tribunales electrónicos
  • Músculo y fuero televisivos
  • Uso comercial del enojo
  • ABC, en el olvido


Las televisoras dominantes han vuelto a demostrar su capacidad de manipulación social y el control mediante intimidación que pueden tener sobre procesos institucionales. Empecinadas en asumirse como tribunales electrónicos, otorgantes de perdones y castigos, lograron una resolución expedita y selectiva en el caso de un cantante acusado en Quintana Roo de abusar sexualmente de una menor de edad. 

No sólo fue una maniobra clásica en busca de audiencias mayores (es decir, de mejores condiciones de comercialización de sus tiempos) sino, más allá, constituyó una aplastante confirmación de su carácter rector en la construcción de las percepciones nacionales, un lucimiento de músculo definitorio justamente cuando el país se encamina a un proceso electoral marcadamente peligroso, una exhibición de magia exculpatoria que a la vez es un mensaje amenazante para adversarios y críticos y, sobre todo, para precarios o nulos anunciantes del mundillo político.

El fondo del asunto no es, desde luego, el proceso en sí, ni los indicios de culpabilidad o inocencia que pudiera haber respecto del mencionado cantante. 

De esos y otros asuntos habríase de entender el juez o el sistema judicial en general, con la misma pachorra y venalidad que sucede en todo el país, con el mismo grado de veleidad justiciera que afecta a miles de mexicanos, si no se hubiera atravesado el bíceps electrónico para establecer una excepcionalidad corporativa, una suerte de fuero televisivo (timorato, el procurador estatal dice estar en contra de la desconcertante resolución del juez, pero no apelará: nadie quiere exponerse a la Santa Inquisición Televisada. 

No es menor el dato de que con este espectáculo de moralina a conveniencia, demeritando a la denunciante por conductas anteriores, como si la violación no procediera incluso planteada por una esposa o una prostituta, se da un paso atrás en el proceso de convencimiento a mujeres para que presenten denuncias por abusos sexuales).

De esa manera, lo verdaderamente importante para Televisa y Televisión Azteca ha sido el explotar con sentimentalismo barato y cobertura amarillista un asunto menor para tratar de convertirlo en reclamo nacional de presunta justicia, generando movilización e inconformidad –efímeras e insustanciales, desde luego– en ese expediente que no significa nada frente al cúmulo de injusticias y arbitrariedades cometidas desde los poderes político y económico contra el pueblo mexicano sin que esas mismas pantallas y micrófonos, histéricos por orden superior, dediquen tiempo (información, análisis, denuncia) ni muestren solidaridad.

México entero vive tragedias diarias de las que Televisa y Televisión Azteca dan breves y controladas referencias en el mejor de los casos, pues con gran frecuencia lo que se mantiene es un silencio apenas roto por referencias gubernamentales forzadas. La información cotidiana ha sido así secuestrada para modular la conciencia nacional conforme a los intereses de quienes forman la elite de los grandes intereses económicos y políticos. Y el análisis y el debate políticos han sido circunscritos a voces propias o a una nómina casi invariable de convidados cuya mayor divergencia al aire suele ser de modos o detalles pero no de sustancia. 

(El envilecimiento de esos procesos de información y análisis en las televisoras ha llegado incluso a niveles grotescos, altamente dañinos para la salud pública, como es la recuperación, para públicos mexicano y latino, de Laura Bozzo, la organizadora de lamentables programas de exhibición clasista de purulencias sociales y familiares. Bozzo, según columnistas de espectáculos, pretende naturalizarse mexicana, con lo que estaría en condiciones de opinar desde Televisa sobre la política de su patria adoptada, acaso en una forma de prestar servicios a un régimen represor, corrupto y repudiado, como lo hizo años atrás en Perú. Para no quedarse atrás en esa competencia de lodo, Televisión Azteca ha habilitado una contrapropuesta aún de menor calidad –aunque pareciera imposible– mediante la vedete Niurka Marcos.)

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