Pasado mañana se realiza en Guerrero el primero de los seis procesos electorales de 2011 para cambio de gobierno. Le seguirá Baja California Sur, el 6 de febrero, luego, el 3 de julio, Estado de México, Nayarit y Coahuila, y en noviembre, Michoacán.
Tres de esas entidades, Guerrero, Baja California Sur y Michoacán son gobernadas por el PRD, y las otras tres, Estado de México, Nayarit y Coahuila por el PRI. El PAN no pierde nada pero tiene dos objetivos: impedir las victorias del PRI vía alianzas con el PRD y, de ser posible alzarse hasta con una victoria en Baja California Sur, donde compite con un ex perredista.
Esto depende en gran parte del resultado electoral de pasado mañana en Guerrero. De ganar su alianza con el PRD-PT-Convergencia se les abrirá una ventana de oportunidad, no sé si de posibilidades, pero sí de oportunidad: la alianza, única herramienta eficaz para derrotar al PRI, como sucedió en Puebla, Oaxaca y Sinaloa.
Lo que el panismo está calibrando es el impacto del método aliancista con miras a las elecciones del Estado de México, en julio próximo, donde la apuesta es en grande: derrotar, más que al PRI, a Enrique Peña Nieto.
Y de lograrlo, formar la gran alianza PAN-PRD para las presidenciales de 2012, que parecería el único modo de competir con el candidato priista en ese proceso, el mismo Peña Nieto.
Son días en los que todo se vale, hasta renunciar a plataformas, principios y postulados, si de ganar la Presidencia de la República se trata.(…)
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