+ EU: líderes con caras sucias
+ Demagogia pospone decisiones
Muy a su estilo de privilegiar la retórica para posponer los grandes debates hasta la siguiente crisis, el presidente Barack Obama convirtió el tiroteo en Tucson, Arizona, en un discurso para recuperar la popularidad perdida por la crisis de expectativas posterior a su elección.
En México se ha querido leer ese discurso en un ejemplo de liderazgo político, cuando en realidad fue nada más un discurso de la demagogia de cauterización que resurge cada vez que la sociedad norteamericana se encuentra con sus propios demonios: privilegiar las oraciones para posponer las decisiones imperiales y de violencia intrínseca.
El discurso de Obama se olvidó de la ley patriótica de Bush que sigue vigente en contra de las garantías sociales, del terrorismo como el factor del miedo que justifica excesos represivos, de la prisión de Guantánamo que Obama se comprometió a cerrar y sigue abierta, de la existencia de leyes que violan derechos por el miedo al terrorismo, del uso de torturas por la CIA aprobadas por Bush y mantenidas por Obama para conseguir información de presos presuntamente terroristas, del aumento de tropas norteamericanas en Afganistán para aplastar a los talibanes porque son una amenaza contra los intereses energéticos de los Estados Unidos.
Asimismo, un discurso cargado de retórica le dio la vuelta a la demanda nacional e internacional de control de armas, seguramente porque la Casa Blanca se niega o es incapaz de confrontar al loby todopoderoso de la Asociación Nacional del Rifle. Y el argumento es el que ya permea en los medios de comunicación estadunidenses que tampoco quieren modificar la posesión libre de armas como esencia de la hegemonía de la violencia: el autor del atentado en Tucson tiene problemas mentales; por tanto, el problema no es de posesión de armas sino de locura.
Con un discurso conceptual logró Obama frenar la indignación social por el atentado en Tucson, a pesar de que hay ciertamente un clima político marcado por la violencia: el tiroteo en Tucson, como muchos otros y sobre todo en centros educativos, ha sido dimensionalmente mayor a cualquier balacera en México. Y el clima de violencia en Arizona contra indocumentados, con autoridades policiacas contratando a actores como policías simbólicos contra migrantes, también es mayor en los EU que el que padecen en México los migrantes centroamericanos.(…)
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