La juanitización de la vida política no sólo ha corroído la traqueteada imagen de los partidos de la Revolución Democrática, del Trabajo y Convergencia que siguieron el juego de Andrés Manuel López Obrador en Iztapalapa, sino contagiado al padre rechazado de los tres hijos indeseados: el Revolucionario Institucional y, de rebote, afectado al de Acción Nacional.
El viernes reciente, a las cinco y media de la tarde, los representantes de la alianza entre legítimos del PRD y espurios del PAN acudieron a registrarse (para las elecciones del 3 de julio) como coalición ante el Instituto Estatal Electoral con el nombre Nayarit nos Une… ¡el mismo con que cuatro horas antes se bautizaron los asociados del PRI, Verde Ecologista y Nueva Alianza!
“¡Piratas!”, claman los despojados del lema que perredistas y panistas plasmaron en la carta compromiso de su ayuntamiento en el mes de noviembre.
El slogan, replican sin rubor los marrulleros plagiarios, “nos une a todos los nayaritas y, aunque haya críticas, estamos seguros de que la razón aplica…”.
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