martes, 25 de enero de 2011

[Ciro Gómez Leyva. La historia en breve] Los tres tenores de la Catedral de la Paz


Fue una escenificación extraordinaria. Lo nunca visto. En la Catedral de San Cristóbal de las Casas comenzaban esa tarde del lunes 21 de febrero de 1994 los Diálogos por la Paz en Chiapas.
Como una ópera de tres tenores. De un lado, el subcomandante Marcos y 19 delegados del EZLN. Del otro, el comisionado para la Paz en Chiapas del gobierno de Carlos Salinas de Gortari, Manuel Camacho, y su pequeño equipo de asesores, entre ellos el joven Marcelo Ebrard. Y en el centro, solo, el obispo Samuel Ruiz.

Diez días de ideas, filosofía, dramatismo y espectacularidad. Creíamos que estaba iniciando una guerra, que los indígenas se habían sublevado.

Tres discursos convergentes. Marcos: la patria nos había olvidado. Camacho: el país tiene una deuda con los indígenas. Don Samuel: la causa es más grande que el grupo. De los Diálogos de San Cristóbal salió un acuerdo que meses después sería desestimado por el EZLN.

Marcos se mantuvo como figura, pero después de su primera incursión a la Ciudad de México, en la primavera de 2001, se desvaneció al punto de irrelevancia que tiene hoy.

Un mes después de los Diálogos asesinaron a Luis Donaldo Colosio, con quien Camacho acababa de disputar la candidatura presidencial del PRI. El comisionado desapareció del primer plano, tuvo alguna presencia en la crisis poselectoral de 2006 y recuperó notoriedad construyendo exitosas alianzas PRD-PAN el año pasado.

A los 86 años, enfermo y olvidado, Samuel Ruiz murió ayer en un hospital. La historia no suele sentir simpatía y buena voluntad por quienes, pese a sus buenas intenciones, dejan las cosas a medias.
Porque en Chiapas no hubo paz plena, ni justicia social ni justicia a secas.

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