jueves, 22 de julio de 2010

Marea negra


El Universal
Sección: Editoriales
Género: Opinión
Publicación: 22 de julio de 2010.
Autor: Luis Maldonado Venegas
Web: http://www.eluniversal.com.mx/

El 20 de abril pasado, a causa de un aumento de presión en el pozo petrolero del cual estaba extrayendo crudo, explotó y se hundió en el golfo de México una plataforma de extracción administrada por la empresa estadounidense Transocean y alquilada a la transnacional inglesa British Petroleum (BP). Desaparecieron en el accidente 11 trabajadores.
 
Al principio, la BP difundió que el pozo fuera de control estaba arrojando al mar mil barriles de crudo al día. Pero un reciente informe interno de la misma compañía, que hizo público Ed Markey, presidente del subcomité de Energía y Medio Ambiente de la Cámara de Representantes del Congreso de Estados Unidos, señala que podrían estarse esparciendo 100 mil barriles diarios, con desastrosas consecuencias por el impacto ambiental.
 
Una buena parte de la contaminación oceánica es causada por los desechos de barcos que cada año transportan algo así como mil 500 millones de toneladas de carga por todos los mares del mundo. Entre ellos, los tanques cisterna utilizan como lastre agua de mar y la devuelven al océano contaminada con petróleo. Otros buques bombean el petróleo de desecho al mar. Se calcula que por estos dos métodos se arrojan a los océanos 3.5 millones de toneladas de petróleo.
 
Hace cuatro décadas, los científicos determinaron que el desecho más importante es el petróleo. En 1970, en un barco de vela construido con papiro por el legendario antropólogo noruego Thor Heyerdahl, partió con la expedición Ra II de Safi (Marruecos) hacia las islas Barbados, en las Antillas. En 43 de los 57 días que duró la travesía, los ocho tripulantes encontraron en el mar pedazos de petróleo sólido y aceite.
 
El derrame provocado por el estallido de la plataforma de la British Petroleum en el golfo de México es un desastre mayúsculo. Se sumará, entre muchos otros, a la marea negra asesina causada por el naufragio, en 1976, del Argo Merchant frente a Massachusetts; al del petrolero Amoco Cádiz, en 1978, frente a las costas de Bretaña; al del Exxon Valdez, encallado en Alaska en 1989; al choque del Bouchard en la bahía de Tampa, Florida, en 1993; al del buque Erika, también frente a la Gran Bretaña, en 1999; al desastre del Prestige, a 200 millas de la misma costa, que derramó casi 70 millones de galones de petróleo; al derrame de 900 millones de crudo provocado en 1991 por el bombardeo iraquí de buques, terminales y pozos en Kuwait; al incendio en 1983 del buque tanque Castillo de Beliver, frente a las costas de Sudáfrica, y a los 140 millones de galones derramados en la bahía de Ciudad del Carmen, Campeche, por la explosión en 1979 de nuestro tristemente célebre Ixtoc I.
 
Expertos mexicanos en ciencias del mar advierten que el complejo proceso de biodegradación del petróleo en el océano puede tardar más de 40 años. Descubrieron además que en los últimos 50 años se ha reducido en 30% la fauna marina del golfo de México. ¿Hay prisa? No lo parece… hasta que la muerte de nuestros océanos, fuente de vida para toda la humanidad, sea irreversible.

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