Acaso porque poseen mejor información que el presidente de la República respecto de las aptitudes de Francisco Blake Mora para encarar a la violencia organizada, las bandas que la practican impunemente le dieron una violenta recepción: en Ciudad Juárez, Monterrey, Torreón, Cuernavaca y de nuevo la capital de Nuevo León, en los cinco días en que el político bajacaliforniano ha sido secretario de Gobernación, se produjeron cerca de medio centenar de asesinatos, varios de ellos por el estallido de un coche-bomba en Juárez.
Es posible que Calderón, al presentar al cuarto huésped del palacio de Covián en lo que va de su sexenio haya puesto el acento en las capacidades de Blake Mora en materia de seguridad, para distraer la atención pública respecto del desastre electoral del PAN en Baja California.
Allí, los panistas y los ciudadanos en general supieron con estupor del premio presidencial a quien se juzga uno de los dos, si no el principal, artífices de la derrota de Acción Nacional, un acontecimiento de tal profundidad que significó un retroceso de dos décadas, a los años ochenta cuando el PRI dominaba por entero la vida pública en esa entidad.
Si su operación política fue un fracaso, tampoco es verdad que haya sido el pacificador de aquel estado. Si bien la inseguridad disminuyó notablemente, ello se debió en los años recientes más a la intervención directa del Ejército que a las autoridades estatales o municipales.
Se recuerda todavía la áspera y puntual carta que el general Sergio Aponte Polito dirigió al procurador Rommel Moreno sobre la inseguridad pública. El polémico general, que ahora preside el Supremo Tribunal Militar generó una corriente de comunicación con los habitantes de Baja California, mediante un lema que aludía a la inacción de la autoridad civil: "¡Llame, nosotros sí vamos!".
Luego de que Aponte Polito fue separado de su cargo a instancias del gobernador Osuna Millán, una actitud semejante a la suya ha sido asumida por su sucesor al frente de la II Región Militar, general Rubén Venzor Arellano, y por el comandante de la II Zona Militar, general Alfonso Duarte. (…)
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