El Economista
Género: Columna Especial
Publicación: 29 de septiembre de 2011
Autor: Alberto Aguirre M.
Estructuró un movimiento nacional. Cuenta con un partido que se ostenta como ciudadano y acumula una popularidad que mantiene un crecimiento constante. Con estas tres fortalezas -identificadas en las mediciones de Francisco Abundis y Parametría-, Andrés Manuel López Obrador afronta un periodo crítico.
El expresidente del PRD no necesita que Humberto Moreira reconozca su posición en las encuestas. De hecho, el presidente nacional del PRI dijo verdades a medias: López Obrador es el aspirante presidencial más conocido en México, incluso por encima de Enrique Peña Nieto. El político más conocido es Felipe Calderón.
Conocimiento no es sinónimo de popularidad y el saldo negativo tumba a López Obrador entre la población abierta. Por el contrario, entre los perredistas y quienes declaran su simpatía con el partido del sol azteca, supera al jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard.
El tabasqueño ha llevado su congruencia a niveles quijotescos. Desde que se desempeñó como Jefe de Gobierno, cuando enarboló la bandera de la “austeridad republicana”, de enorme contraste con la opulencia foxista. Y luego siguió con la “honestidad valiente”, cuando buscó, sin aliados ni promotores económicos, la Presidencia de la República, en el 2006.
Justamente lo que para buena parte de la clase política ha sido tozudez y raya en la necedad, le reconoce el electorado. Hoy por hoy, López Obrador representa al cambio verdadero, frente a la ineficacia de los gobiernos panistas y la involución que para algunos representa el probable regreso del PRI a Los Pinos.
¿Cómo hacerle, entonces, para que el perredista encarne la esperanza de un electorado ávido de gobierno transparente, eficaz, honrado y alejado de los escándalos? En vísperas de la madre de todas las batallas electorales, Francisco Abundis, director asociado de Parametría, presenta un examen de las fortalezas y debilidades de López Obrador.
“Experimenta un panorama particular: altos niveles de conocimiento, bajos de popularidad -que, sin embargo, avanza de a poco-, dos partidos emergentes a su disposición y un movimiento que presume ser nacional”, enfatiza el autor de la Carta Paramétrica, apoyado en los resultados de su encuesta nacional más reciente.
El nivel de conocimiento, deseable para muchos, no se traduce en buenas opiniones para el exjefe de Gobierno, de quien 43% de la gente tiene una opinión negativa. La opinión efectiva alcanza 8 por ciento. A pesar de ser un solo dígito, es un crecimiento para la imagen del tabasqueño quien, por segunda vez (en las mediciones de Parametría), repite saldo positivo de opinión efectiva -desde agosto del 2006, eran más quienes tenían mala imagen de López Obrador-, pero todavía lejana de 52% de noviembre del 2003.
No obstante, las dos mediciones más recientes de Parametría observan un ligero repunte en la valoración de su imagen, lo que “tal vez pueda ser un buen comienzo para la campaña presidencial del exjefe de Gobierno”, según Abundis.
A la evaluación hay que sumar el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). Creado por López Obrador y con estructuras en todo el país, un tercio de la gente ha oído hablar de Morena, que alcanza 14% de opinión efectiva, mayor que cualquiera de los partidos.
Además de la disputa en el PRD por la candidatura, López Obrador tendrá que cargar los efectos del cambio de nombre de Convergencia, que pudiera ser favorable. Cuando a los encuestados se les preguntó por Movimiento Ciudadano, 28% dijo haber oído de él y, al considerar su imagen entre la población, se observa un saldo positivo de 10% de opinión efectiva.
La apuesta de López Obrador por la creación de una estructura alterna a los partidos políticos, con su Morena, adquiere más sentido si se revisa la baja identificación de los ciudadanos con PRD, PT y Movimiento Ciudadano. Entre los tres, suman 17% de identificación. Lejos de 21% que se identifica con el PAN y aún más de 32% que manifiesta algún grado de identificación con el PRI.
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