No debe sorprender que los legisladores reciban casi la mitad de su "nómina" de 150 mil pesos mensuales en dos rubros distintos a su dieta: asistencia legislativa y atención ciudadana. Ésta es una forma de reducir su Impuesto Sobre la Renta. Los dos últimos rubros no son considerados como ingresos, aunque sean parte de su nómina.
Los diputados no están haciendo más que aprovecharse de los recovecos fiscales que ellos mismos han creado. Pero no son los únicos. Tenemos un sistema fiscal hecho expresamente para beneficiar a ciertos grupos de la sociedad, los que tienen más cercanía con la clase política.
Nuestro sistema favorece a los trabajadores sindicalizados, los mejor pagados, frente a los no sindicalizados; a los ricos frente a los pobres; a los poderosos frente a los ciudadanos comunes; a los autores frente a los maestros; a los transportistas frente a los peatones; y a los políticos, por supuesto, frente a todos los demás.
Lo peor es que cada vez que alguien quiere cambiar el sistema, y construir uno que sea más equitativo, esos mismos grupos se rebelan y afirman que despojarlos de sus privilegios equivale a destruir una conquista sindical o revolucionaria.
Si realmente quisiéramos tener un sistema fiscal más justo, lo ideal sería contar con un Impuesto Sobre la Renta de tasa única, o cercano a la tasa única, sin excepciones ni deducciones. Todo ingreso debería ser gravado por igual; poco debe importar si se obtiene en efectivo, en vales de despensa o en beneficios sindicales. (…)
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