¿En dónde están quienes aseguraban a diestra y siniestra la inminencia de una guerra irreversible entre Enrique Peña Nieto y Manlio Fabio Beltrones? ¿En dónde quedaron los que apostaban por el “pleito cantado”?
En un par de ocasiones en los últimos 12 meses disentí de esa extendida especie. En la última de ellas, el pasado 5 de mayo, escribí: “De no ocurrir algo traumático, Peña Nieto será el abanderado tricolor y Beltrones lo acompañará desde una posición estratégica, porque son dos políticos inteligentes y de gran intuición que saben dónde son fuertes y de qué pie cojean”.
Y agregué: “Por más que los animen (y vaya si sobran los animadores), ya no tienen tiempo ni espacio para pelearse; ni necesidad”.
Lo ocurrido el sábado en el Consejo Político del PRI, pues, el abrazo de Beltrones a Peña Nieto, no fue sino la reiteración de que el 2012 será para los realistas y los estrategas, no para los divisionistas, supersticiosos, calientes o suicidas.
Los tricolores tienen, por un lado, a su mejor candidato desde Luis Donaldo Colosio. Y por el otro, al político más virtuoso al menos desde que el PRI se presenta como “nuevo PRI”. ¿Qué necesidad tenían de hacerse pedazos?
En el 2012 no habrá sorpresas, sino sorprendidos. Y como se ven las cosas de aquí a nueve meses, el PRI se presentará como un trabuco el primer domingo de julio. Realismo puro y duro.
Allá el PAN y la izquierda si no quieren comprenderlo. ¿López Obrador y Ebrard imitarán pronto el abrazo del sábado? ¿Cordero abrazará así a Josefina?
Los plazos se agotan. Más le vale aplicar la lógica a quien compita contra este PRI. Y la estadística.
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