lunes, 10 de octubre de 2011

Leo Zuckermann. Juegos de poder. [A la Constitución se la pasan por el…]



La frase es el epítome de la forma de hacer política en México: “Lo deseable sería que cumpliéramos con la Constitución”. Lo dijo nada menos que el presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Chuayffet, quien admitió que los legisladores habían violado la Carta Magna al no haber elegido, durante casi un año, a tres consejeros que faltan en el Instituto Federal Electoral (IFE). Conminó, entonces, a sus compañeros diputados a cumplir con la Constitución porque es “lo deseable”.

¿Lo deseable? ¡Ah, caray!: yo creí que era lo obligatorio. Porque de acuerdo con la Ley Orgánica del Congreso, cuando un diputado toma posesión de su cargo, tiene que declarar en público: “Protesto guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanen”. ¡Hombre!, qué bueno que el presidente de la Cámara de Diputados aclare que la protesta de ley está equivocada: que en México cumplir con la Constitución es deseable, no obligatorio.

Si es así, yo propongo cambiar el artículo primero de nuestra Carta Magna a fin de que diga: “El cumplimiento de esta Constitución es deseable”. De esta forma, si la policía tortura a una persona, pues la institución policiaca podría excusarse argumentando: “Violamos la Constitución, pero su cumplimiento es deseable, no obligatorio”. Y con esta misma justificación, a partir de mañana, un empresario podría esclavizar a sus empleados, una corporación privada extraer petróleo del subsuelo mexicano, un estado separarse de la Federación, un contribuyente dejar de pagar sus impuestos, un iluminado declararse presidente, un funcionario incumplir un amparo o un banco privado acuñar su propia moneda. Total ya lo dijo el presidente de la Cámara de Diputados: el cumplimiento de la Constitución no es obligatorio sino voluntario; es lo deseable. (…)

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