Hoy se cumplen dos años de la extinción de Luz y Fuerza del Centro. El 11 de octubre de 2009 fue sin duda uno de los momentos de definición del actual régimen. Otros gobiernos habían tratado de cerrar la empresa, que estuvo en liquidación muchos años, pero al final nadie se atrevía a enfrentarse al poderoso Sindicato Mexicano de Electricistas. El presidente Calderón tuvo el valor de hacerlo.
Muchas cosas pudieron haber salido mal. La toma de las instalaciones podría haber provocado actos de violencia. Un mártir del SME habría dificultado enormemente la acción y el respaldo popular a la medida.
Las razones de la decisión son ampliamente conocidas. La empresa perdía más de 42 mil millones de pesos al año y el personal excedía enormemente sus necesidades. Muchas firmas industriales o comerciales que querían iniciar operaciones en el centro del país tenían que establecer sus propias plantas de generación. Las pérdidas de electricidad, de más de 34 por ciento, rebasaban con mucho las de 12 por ciento de la Comisión Federal de Electricidad en el resto del país.
¿Cuáles han sido los saldos de la extinción? Según cifras de la Secretaría del Trabajo, el gobierno gastó en liquidaciones -muy por encima de la ley o del contrato colectivo- más de 16 mil millones de pesos para 28,742 trabajadores, el 64.6 por ciento de una plantilla de 44,514 más 23,223 jubilados el día de la extinción. Quince mil 772 trabajadores no han aceptado su liquidación. Lo curioso es que las manifestaciones del SME difícilmente reúnen unos cientos o miles de militantes del sindicato. O los no liquidados ya no están interesados en la lucha -pero no se entendería por qué no han aceptado la liquidación- o la idea de que había en Luz y Fuerza muchas más plazas que trabajadores se corrobora. (…)
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