miércoles, 7 de septiembre de 2011

Joaquín López Dóriga. . En privado [¡Booolas, don Cuco...!]



Éste despreciaba a aquél por su pasado priista, su relación con López Obrador y su papel como jefe de Gobierno del Distrito Federal, que añoraba para sí.

Encajada la presión de AMLO en 2006 para colocarlo en esa caja chica sin fin y cara amable electoralmente que es la Secretaría de Desarrollo Social del GDF, Ebrard buscó la manera de deshacerse de él, en algún momento, incluso, llegó a tener la decisión tomada pero fue imposible llevarla al terreno de los hechos, lo que Batres sabía y celebraba.

Ya en tiempos electorales, y ambos aparentemente anulados, ni él se iba ni Marcelo lo hacía su candidato, Batres abrió su juego y su fuego con el respaldo del grupo López Obrador y de la mancuerna Padierna-Bejarano y así se la llevaron hasta que cometió el pecado de soberbia: criticarlo y llamarlo a cuentas públicamente por haber saludado al presidente Calderón el viernes en la lectura del mensaje sobre el quinto Informe de gobierno.

Primero había sido Dolores Padierna quien le exigió una explicación por el saludo y luego Batres, quien olvidó que Ebrard era su jefe, confundió el organigrama de gobierno con las formas del PRD y provocó lo que nunca pensó que sucedería: que se atreviera a despedirlo públicamente y por escrito, como lo despidió ayer.

La remoción de Batres y la firmeza de Ebrard, que se dio a respetar, marcan el inicio de otros tiempos en la búsqueda del Gobierno del Distrito Federal y, quizá, en la del PRD a la Presidencia de la República.
¡Ah! Y Batres no será candidato al GDF, por más que las mantas que lo promueven en la calle digan lo contrario.(…)

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