jueves, 8 de septiembre de 2011

Carlos Ramírez. Indicador Político [Ebrard, traiciones del poder | DF: no CCS, AMLO ni PRD ]



En esas vueltas que da la política, el saludo de Marcelo Ebrard a Felipe Calderón no fue un acto de legitimación del jefe de gobierno capitalino al presidente de la república sino al revés: el saludo de Calderón legitimó a Ebrard como político institucional.

Y de un plumazo, con el despido de Martí Batres, Ebrard le quitó el DF a Cuauhtémoc Cárdenas, a López Obrador y al PRD, lo que no pudo lograr con el camachista Partido de Centro Democrático; ingenuamente López Obrador creyó en las zalamerías de Ebrard y éste lo traicionó.

No dejó de ser significativo que Calderón --con su saludo público-- haya sido el factor de ruptura de Ebrard con López Obrador, lo que deja, ante todo, el mensaje de una alianza política Ebrard-PAN para el 2012, pero no sólo en las presidenciales sino sobre todo en la jefatura de gobierno del DF: la liga de Ebrard con el PAN de Calderón para quitarle el poder político a López Obrador en el DF y sacarlo de la sucesión capitalina.

Eso sí, Martí Batres tuvo razón: Ebrard volvió a traicionar la política, las convicciones y los ideales y se exhibió como un político trapecista de los oportunismos. Ebrard traicionó a Carlos Salinas cuando el candidato presidencial de 1994 fue Luis Donaldo Colosio, luego traicionó al Partido Verde para saltar al carro del lopezobradorismo para poder llegar a jefe de gobierno y ahora traiciona a López Obrador para apoderarse del cascaron sin ideología del PRD.

La jugada final de Ebrard no es la presidencia de la república porque sin López Obrador carece de posibilidades reales, sino que el despido autoritario de Batres --igual al que utilizó Fox en contra de Ebrard-- tuvo que ver con el control de los hilos del gobierno capitalino para que el dedazo al estilo priísta del sucesor de Ebrard en el PRD sea justamente de Ebrard y no de López Obrador. (…)

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