lunes, 12 de septiembre de 2011

Ciro Gómez Leyva. La historia en breve [El sacrificio de Cordero, los panes y el vino]



Consideración 1: Ernesto Cordero fue un buen secretario de Desarrollo Social y de Hacienda. Es un buen servidor público y, tengo entendido, un muy buen hombre.

Consideración 2: Los analistas financieros internacionales siguen espolvoreando nerviosismo. Después de la caída de 6.5 por ciento de la economía hace dos años, México no puede desentenderse de los riesgos de corto plazo. A México, además, no le sobran buenos funcionarios públicos.

Dicho lo anterior, ¿qué lleva al presidente Calderón a menear así su equipo para perder a un confiable secretario de Hacienda y promover la apariencia de que, haiga sido como haiga sido, impondrá al candidato del PAN?

¿Y qué lleva a un joven de 43 años y excelente perfil e imagen a jugarse tan temprano su resto, sabiendo que inicia la competencia con 50 puntos combinados de desventaja en las encuestas?

Si se aplica la lógica, Cordero no tendría posibilidad de ser el candidato del PAN. Si lo es, será difícil borrar la impresión de que fue gracias a una estrategia construida por la Presidencia de la República.
Y si consiguiera saltar a Josefina Vázquez Mota y Santiago Creel, ¿es la carta para secar el encanto de Enrique Peña Nieto?

Hace seis años, cuando Felipe Calderón tenía la edad de Cordero, le dije que la de 2006 no era su elección, por Creel, Andrés Manuel López Obrador; por la bajísima probabilidad de ganar. Respondió que uno no elige las oportunidades y que no se iba a pasar la vida esperando. Aun así, lo veo en retrospectiva infinitamente más fuerte que a Cordero, a quien, creo, están mandado a un sacrificio bíblico.

Si no mal recuerdo, las piedras se convirtieron en pan y el agua en vino una sola vez. 

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