jueves, 22 de septiembre de 2011

Héctor Aguilar Camín. Día con día [Ecos del tema del mal, 2 ]


En su colaboración periodística de la semana pasada, Carlos Bravo Regidor abordó el tema del mal y la violencia en México, con la precaución crítica debida: “Entiendo el asombro que motiva este tipo de reflexiones, la sensación de que hay actos cuya crueldad sobrepasa nuestra capacidad de entendimiento. Me preocupan, sin embargo, las consecuencias. Porque ‘el mal’ es una categoría que remite a lo absoluto, a lo ontológico, a lo inescrutable; una categoría que no admite reparos de orden mundano y que, por lo mismo, resulta muy atractiva para inhibir el desacuerdo”.

Hay el riesgo, apunta Bravo Regidor, de que “la apelación a ‘el mal’ pueda volverse un recurso político harto efectivo para simplificar problemas complejos, para invalidar ideas diferentes, para acallar a quienes piensan distinto y poner fin a la deliberación democrática”.

Cualquiera que disienta, por ejemplo, de “la visión oficial sobre cómo luchar contra ‘el mal’ puede ser tachado, como ocurrió con los críticos de la ‘guerra contra el terror’ en Estados Unidos, y como ha ocurrido con los críticos de la ‘guerra contra el crimen organizado’ en México, de apologista del enemigo”.

Jesús Silva Herzog-Márquez reaccionó en su blog con estas líneas: “Que la discusión moral sea compleja no quiere decir que no merezca un sitio en la conversación pública. Que sea peligrosa tampoco es razón para rehuirla. Que algunos hagan trampa con las palabras no implica que debemos seguir esa ruta.  (…)

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