martes, 13 de septiembre de 2011

Héctor Aguilar Camín. Día con día [El día que no cambió el destino del mundo ]



Quizá el mayor lugar común sobre el 11 de septiembre es que ese día cambió el destino del mundo, sometido por las consecuencias de aquel hecho a una transformación histórica mayor.(…)

Irak no será igual después de esta década, ni Afganistán, ni las relaciones de Estados Unidos con Pakistán y con el mundo árabe. Tampoco regresarán a su lugar las percepciones recíprocas de desconfianza y discriminación que el 11 de septiembre acendró en el Occidente sobre el islam y en el islam sobre Occidente.

Pero puestos a hacer cuentas, arriesgando una ironía en asunto de tan altas temperaturas, quizá no se exagera mucho si se dice que el único cambio efectivamente global que indujo el atentado de Al Qaeda fue la universalización de los controles de seguridad de los aeropuertos del mundo.(…)

Lo cierto es que el poder emocional del hecho fue muy superior a su poder histórico, suficiente para inducir en el país más poderoso del mundo decisiones políticas, militares y morales, que dejaron una estela de costos fuera de toda proporción del daño que se pretendía vengar.

Aquella fue la hora del dolor, sí, pero también de la venganza. Y la venganza fue, por emocionalmente oportuna, acaso políticamente inevitable. Diez años después del atentado siguen vivos en la evocación del hecho, el estupor y el luto de aquel día, pero se han diluido convenientemente sus emociones paralelas de ira y venganza. (…)

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