jueves, 22 de septiembre de 2011

Jorge Fernández Menéndez. Razones [Los políticos que apostaron por el narco ]


Otra vez la política y la violencia, la política y el crimen organizado, la política y las elecciones. Los 35 cuerpos arrojados en la principal avenida de Boca del Río en Veracruz y la detención de Saúl Solís Solís, apodado El Lince, uno de los principales operadores del cártel de Los Templarios, primo de Servando Gómez La Tuta, en Michoacán, vuelven a relacionar, por distintas sendas, al crimen con la política.

En Veracruz, la semana pasada, un grupo ligado al cártel del Chapo Guzmán, subió a internet un video en el que divulgaba que comenzaría a operar en el estado una organización que llamaban Los Matazetas. Si nos atenemos a la información que se ha divulgado hasta ahora respecto a los cuerpos que fueron arrojados en Boca del Río y a su perfil criminal (todos tenían antecedentes delictivos), podemos llegar a la conclusión de que ese grupo comenzó a operar en forma pública. Hay, detrás de todo lo sucedido en Veracruz, una historia política: durante años, el control de toda la zona del Golfo, estuvo en manos del cártel que lleva ese nombre y que en los 80 y buen parte de los 90 estuvo bajo el control de Juan García Ábrego. Luego, quien quedó con el control de toda esa zona, de esa franja de litoral marítimo, desde Quintana Roo hasta Veracruz, fue el cártel del Pacífico, allí bajo el mando de Ramón Alcides Magaña. Su caída coincidió con el crecimiento de Osiel Cárdenas, que recuperó esa zona para el cártel del Golfo. Pero después de que Cárdenas fue extraditado a Estados Unidos, al comienzo de este gobierno, su brazo armado, Los Zetas, rompen con el Golfo, se independizan y comienzan a tomar para sí, a sangre y fuego, todo ese territorio.

Tuvieron para ello complicidades políticas, de funcionarios y grupos que tenían, además, una antigua relación entre sí y que trascendía, trasciende, partidos. Iban desde el gobierno municipal de Greg Sánchez en Cancún (y de muchos funcionarios del gobierno estatal) hasta el de Fidel Herrera en Veracruz. (…)

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