jueves, 22 de septiembre de 2011

Julio Hernández López. Astillero [Lista para aprobación ]


  • Relección de Troya
  • De lo local, a lo federal
  • Ebrard, hasta enero


En términos aritméticos todo está listo para que la Cámara de Diputados apruebe las reformas neoporfiristas de relección inmediata en congresos estatales y gubernaturas interinas o sustitutas que servirán de avanzada para posteriores extensiones cuando menos a la legislatura federal (aún nadie se atreve a proponer abiertamente que un presidente de la República pudiera optar por un segundo periodo).

Ayer, en San Lázaro, se llegó a acuerdos entre los principales personajes partidistas involucrados en la revisión del conjunto de modificaciones aisladas al que se ha dado en mal llamar reforma política, sobre todo en cuanto al delicado tema de la relección que ha sido impulsado vigorosamente por Los Pinos, obviamente el PAN, a última hora por el PRI siempre oportunista, y una franja del PRD blanduzco. 

De primera intención, los cambios constitucionales pretenden quedar en el plano de las diputaciones estatales y las gubernaturas ocupadas por interinos o sustitutos, pero en la exposición de motivos de esas modificaciones se mantuvo una propuesta sembrada para ser puesta súbitamente sobre la mesa de discusión si las condiciones lo permitieran.

En el fragor de la guerra calderonista contra el narco, entre la constante exhibición de impudicias e impericia de gobernadores de estados bajo fuego constante como Nuevo León, Tamaulipas, Coahuila, Zacatecas y Veracruz, por citar algunos, y con el espectáculo de máxima frivolidad fugitiva que el ocupante de Los Pinos ofrece diariamente, poca atención se está poniendo al proceso de rediseño que en la Cámara de Diputados se está realizando para consolidar a las elites partidistas actuales en el control de los asuntos públicos mediante el dulce cuento (ya antes aquí denunciado) de la relección.

El supuesto regalo democrático que se cocina en San Lázaro es un caballo de Troya apenas disfrazado, que permitirá a la clase política actual, en sus diferentes envolturas partidistas, mantenerse en el poder justamente cuando la exigencia nacional lo que exige es renovación, apertura y oxigenación. (…)

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