miércoles, 21 de septiembre de 2011

Jorge Fernández Menéndez. Razones [Violencia y política: focos rojos 2012 ]


Cuando se entrecruzan la violencia y la política, la que pierde, siempre, es la sociedad. Son muchos los crímenes políticos, de todos los niveles que, además, terminan en la impunidad y acrecientan así la tentación de repetirlos. El asesinato del diputado federal priista Moisés Villanueva de la Luz parece entrar en esa categoría. No hay indicios de que fuera el crimen organizado el que acabó con la vida del diputado y su chofer. Tampoco hubo un intento de secuestro ni se solicitó rescate. Fue una ejecución, como se han dado demasiadas en Guerrero desde hace años, pero mucho más en los últimos meses.

El asesinato de Villanueva de la Luz recuerda al del líder perredista Armando Chavarría, emboscado a la salida de su casa y muerto también de un disparo en la cabeza. El crimen se dijo que era producto, desde a causa de un ajuste de cuentas del crimen organizado hasta una venganza pasional, mas todo indica que fue un crimen político. Pero esos son los personajes más conocidos, muchos otros, como decíamos, se han producido en los últimos meses. Como siempre en Tierra Caliente y en La Montaña la violencia es mayor, pero ahora ese tipo de crímenes se han dado en todo el estado: en Acapulco, donde se han arrojado más de 40 cuerpos en el Maxitúnel que une la Autopista del Sol con el puerto; en Chilpancingo, en la Costa Grande y en la Costa Chica. La violencia, en una perversa aunque para nada extraña combinación de intereses políticos con cacicazgos de viejo y nuevo cuño, con grupos armados y organizaciones criminales, ha convertido a Guerrero, hoy, en el estado más peligroso del país porque la violencia, lisa y llanamente, no se sabe de dónde proviene ni tiene causas claras: puede ser desde un ajuste de cuentas criminales hasta una venganza política, pasando por un escarmiento personal.(…)

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