martes, 20 de septiembre de 2011

Sergio Sarmiento. Jaque Mate [Tragedia griega ]


"Podemos fácilmente perdonar a un niño asustado de la oscuridad; la real tragedia de la vida es cuando los hombres están asustados de la luz". Platón

Los espectadores que acudían a las escenificaciones de tragedias en la antigua Grecia no estaban ahí para ser sorprendidos. Todos conocían el desenlace de las historias que se desarrollaban frente a sus ojos. Sabían que Edipo terminaría matando a su padre y acostándose con su madre o que Agamenón sacrificaría a su hija Ifigenia. El sentido mismo de la tragedia se acentuaba por el conocimiento de la conclusión de cada historia.

Algo similar está ocurriendo con la actual tragedia de la economía de Grecia. Si bien los personajes cumplen con su papel, de manera que el presidente francés Nicolas Sarkozy y la canciller alemana Angela Merkel afirman que defenderán a Grecia del colapso mientras que el primer ministro griego, George Papandreou, promete recortes al gasto y reformas que devolverán al país a la prosperidad, los espectadores conocen ya el desenlace: la quiebra de Grecia.

Los griegos contemporáneos han gozado durante décadas de un bienestar muy importante que no fue producto de su trabajo y competitividad sino de su pertenencia a la Unión Europea. Ésta les proporcionó fondos para la construcción de infraestructura. La adopción del euro les permitió bajar las tasas de interés a niveles inimaginables. El gobierno griego adoptó prácticas del Estado benefactor de Europa occidental, desde las pensiones generosas pagadas a temprana edad hasta el seguro de desempleo y los apoyos a personas con carencias económicas, sin alcanzar ni remotamente los grados de productividad de las economías más prósperas.

La crisis internacional de 2008-2009 no es, pese a lo que muchos griegos piensan, la razón de la caída de su economía, sino un simple detonador. Grecia vivió más allá de sus medios durante décadas y ahora debe pagar las facturas acumuladas. (…)

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