La nueva dirigencia del PRD aún no rinde protesta formalmente y ya las contradicciones, el intento por explicar lo inexplicable, comienzan a pasarles facturas. Son muchas las contradicciones, pero comencemos por la más obvia: el domingo, antes de la elección, Jesús Zambrano le pidió a Marcelo Ebrard que apoyara la propuesta de crear una fórmula con él de presidente y Armando Ríos Piter que evitara que Dolores Padierna fuera secretaria general: dijo Jesús a los medios, e incluso Milenio le dio la primera plana, que sería “esquizofrénico un PRD con esa dirigencia”.
En las últimas horas, Zambrano dijo que la votación de la fórmula con Padierna es una muestra de unidad partidaria, lo que no parece compartir ella, pues ha dicho que existen dos PRD, el de la burocracia y el de la base, y que ella representa al segundo y Zambrano al primero.
A Jesús le preguntaron qué pasó con Bejarano, por qué había regresado a los primeros planos del PRD, no sólo por conducto de Padierna, sino a través de un amplio protagonismo personal. La respuesta del nuevo presidente del partido, que fue uno de los más duros críticos de Bejarano, incluso antes de los videoescándalos, fue que el esposo de Padierna había cumplido con todos los requisitos y no se le podía negar su afiliación, lo cual es ridículo: ¿desde cuándo un partido político no puede decidir a quién deja ingresar y a quién no en sus filas? Pongámonos en los absurdos: ¿si Carlos Salinas de Gortari cumpliera con los requisitos establecidos podría afiliarse al PRD?, ¿cuáles son esos requisitos? Casi ninguno: compartir las ideas de la izquierda, lo que eso quiera decir, así como tener más de 15 años y la nacionalidad mexicana.
Pero Jesús fue más allá cuando se le preguntó sobre qué le pediría a Bejarano ahora que regresó (¿cuándo se había ido?) al PRD. Zambrano dijo que le pedirá “que ahora se porte bien”. Lo que vimos en los videoescándalos no fue una travesura infantil: fue parte de un esquema de corrupción continuo, prolongado y en donde se movió una enorme cantidad de dinero, no sólo con Ahumada, sino con muchos otros empresarios. Pero fue, también, un esquema de lavado de dinero. Hasta el día de hoy ni Bejarano ni Padierna han explicado qué hicieron con ese dinero: todo indica que fue a la operación política, pero incluso así ello sería un delito. Nadie en el PRD ha pedido explicaciones, nadie quiere saber las respuestas porque todos saben cuáles son: a Bejarano se le pedirá, simplemente, “que ahora se porte bien”.
Pero, ¿de dónde provienen los enormes recursos que tiene esa corriente en el perredismo? De los grupos clientelares, de los vendedores ambulantes que maneja la familia Bejarano-Padierna, sobre todo en el Centro Histórico (que entre otras cosas se han adueñado y comercializado las plazas públicas que les fueron entregadas para salir de las calles, lo que por supuesto no han hecho) y particularmente de la construcción de vivienda social con apoyo del gobierno federal y del local.(…)
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