Con motivo de la alianza entre PAN y PRD en el Estado de México, Andrés Manuel López Obrador ha zaherido en varias ocasiones al diputado federal panista Javier Corral y éste ha respondido en tono menos exaltado pero igualmente descalificador. Ninguno de ellos es merecedor de las frases y los adjetivos que se han cruzado. Cada uno a su modo, cada quien en su ruta, ha trabajado desde hace una treintena de años por las libertades políticas en nuestro país.
López Obrador se equivocó al declarar que Corral sirve a las mafias que se han apoderado de México. El fragor de su campaña mexiquense en pos de una candidatura popular que excluya una coalición de su partido con el PAN le ha impedido recordar una trayectoria que seguramente conoce pero que olvidó al tildar al legislador panista exactamente de lo contrario a su realidad. Un ejemplo: López Obrador enjuició con severidad a Corral en una entrevista con Carmen Aristegui, la semana pasada, en su nueva etapa en MVS. Hay que decir a López Obrador que si bien la renovada presencia de la periodista es posible por la buena voluntad de las partes, en el avenimiento de sus intereses y principios el diputado Corral desempeñó un papel central, eficacísimo.
Aunque el legislador chihuahuense es 13 años menor que el tenaz dirigente tabasqueño, sus luchas por la democracia mexicana comenzaron casi de modo simultáneo, en el primer lustro de la década de los ochenta. Mientras López Obrador pretendía desde dentro reformar al PRI (cuyo comité estatal en Tabasco encabezaba), el muy joven militante panista combatía el fraude en Chihuahua, en una de las luchas señeras de la democracia mexicana.(…)
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