El pasado miércoles cundió como “noticia” que el ex gobernador de Nuevo León, Sócrates Rizzo García, había delatado que los presidentes priistas de la República tuvieron un fuerte control sobre las rutas del narcotráfico.
¡Gulp!
La afirmación superaba todas las precedentes acerca de una eventual complicidad presidencial con la delincuencia organizada.
Sin embargo, yendo hacia atrás, costaba trabajo imaginar a Ernesto Zedillo, Carlos Salinas de Gortari, Miguel de la Madrid, José López Portillo, Luis Echeverría, Gustavo Díaz Ordaz, Adolfo López Mateos, Adolfo Ruiz Cortines y Miguel Alemán Valdés marcando en mapas las rutas que debieran seguir los narcotraficantes.
Valía la pena, por lo tanto, conocer la literalidad de lo dicho por el ex gobernador:
“Lo que cuentan los viejos”, respondió a preguntas en un diálogo con estudiantes de jurisprudencia de la Universidad Autónoma de Coahuila, “es que había un control desde el gobierno; el Ejército controlaba. Lo que controlaban los gobiernos priistas era que ese tráfico no perturbara la paz social. De alguna manera se tenía resuelto el problema del tránsito (de droga), pero había un control y había un Estado fuerte y un Presidente fuerte y una Procuraduría fuerte, y había un control férreo del Ejército. De alguna manera les decían ‘tú pasas por aquí, tú por aquí, tú por aquí, pero no me toques aquí estos lugares’.
Había un Presidente fuerte con un control férreo sobre el Ejército que podía mantener la paz social…”.
¿Eso significa, como fue propalado y cabeceado en muchos medios, que “los presidentes tuvieron un fuerte control sobre las rutas del narcotráfico?
Sólo a Ciro Gómez Leyva, en su noticiario del viernes en Radio Fórmula, se le ocurrió intentar aclarar una vaguedad que los reporteros que oyeron a Rizzo propalaron como certeza:
“Tú y yo”, recordó Rizzo, “entendemos muy bien lo que significa la naturaleza de los medios de comunicación y la forma en que se encabezan (sic) las noticias, ¿verdad?”, y precisó: “Teníamos presidentes fuertes, sustentados en grandes acuerdos políticos nacionales, y los gobernadores y alcaldes guardábamos lealtad y disciplina al Ejecutivo federal. (…)
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