viernes, 25 de febrero de 2011

[Héctor Aguilar Camín. Día con día] La muerte de Melville



Los últimos años de su vida, el futuro autor inmortal de Moby Dick, Herman Melville, los pasó trabajando como agente aduanal en los muelles de Nueva York.

Durante casi 20 años, a partir de 1866, seis días de la semana, tomaba el coche tirado por caballos sobre Broadway para ir a las oficinas donde cumplía turnos verificando que las mercancías de los barcos coincidieran con los registros de las aduanas.

Era un mundo de mordidas, grandes y pequeñas. Es fama que Melville las rechazó siempre, salvo en un caso: pagaba 2 por ciento de su salario anual al Comité Estatal del Partido Republicano a cuyas influencias debía el puesto y por cuyas influencias podía perderlo.

El 4 de marzo de 1887 Melville recibió la última constancia de regalías de sus editores, Harper& Brothers. No habían reimpreso ningún libro suyo desde 1876.

El patriarca neoyorquino dispensador de famas literarias, Henry James, atento siempre hasta del último de los literatti de su ciudad, no tenía a Melville en su registro, ni lo mencionó en su lista de autores del grupo Putnam’s, la revista en que Melville publicaba.

A mediados de 1880 la mujer de Melville, Lizzie, heredó de una tía y un hermano suficiente para salir de grandes aprietos. Desde entonces dio a Melville una cantidad cada mes para que curioseara en las tiendas y comprara grabados de escenas marinas que acumulaba con obsesión de coleccionista.

La muerte lo había rondado por años en la peor de sus formas. Su hijo mayor, Malcolm, se había suicidado en su casa, la noche del 10 de septiembre de 1867. En 1872 había muerto su hermano Allan. En 1885 murió su hija Lucy, antes de cumplir los 30 años. En julio de ese mismo año la hermana de Melville, Fanny, murió de una larga y penosa enfermedad: cáncer de huesos. En febrero de 1886 tuvieron la noticia de la muerte de su hijo Stanwix, en un hotel de San Francisco, a los 35 años.(…)

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