lunes, 28 de febrero de 2011

[Julio Hernández López. Astillero] ¿Quién, el ganador?



  • Cárdena ironía fallida
  • NI: outsourcing de FC
  • PRD, pieza clave


Drama y comedia casi de cine. Un partido político hundido en la peor de sus noches (nótese el lenguaje en busca de filmación) se debate declarativamente entre ironías de ingeniería fallida y arrebatos casi apocalípticos de su enchuchado gerente en ruta de salida. La disputa esencial queda de lado ante la cárdena aparición de una propuesta impensable: el perredista magno que negó apoyo en 2006 a un tabasqueño en gran riesgo, que acabó colaborando con Vicente Fox en asuntos de presupuestaciones conmemorativas y que ha dicho que el enredo del PRD no lo resuelve ni un milagro, se despertó un buen sábado con la ocurrencia de que los problemas del sol azteca se arreglarían si la conducción le era entregada ni más ni menos que al propio López Obrador, convertido así en jefe máximo de la Revolución Democrática, gran timonel de la izquierda electoral, comandante en jefe de los ejércitos de negro y amarillo.

Regalo envenenado, presunto abatir de velamen, mal juego de palabras para tratar de endilgar al adversario la responsabilidad del desastre que éste justamente está denunciando y por el cual ha recurrido a la figura, inexistente en estatutos pero muy efectiva en la práctica, de la licencia. ¡Que pase el responsable (a que levante su cochinero)!, sería la traducción al tarasco para condenar al de Tabasco. Pero el fraseo, el momento y el contexto no ayudaron a Cuauhtémoc Cárdenas a estrenarse en el resbaladizo terreno de la mordacidad, a tal grado que ciertos actores secundarios se sintieron indignados por la entrega de la estatuilla del PRD que el pionero del espectáculo electoral de la izquierda quiso hacer al primer actor del presente, el polémico Andrés Manuel. Chucho Ortega, por ejemplo, se rasgó las vestiduras en escena por la nominación en favor de AMLO y declamó pasajes de presunta teoría política democrática para dejar constancia de lo dolido que le dejaba la virtual descalificación completa que con esas palabras hacía Cárdenas del periodo gerencial del outsourcing calderonista denominado Nueva Izquierda.(…)

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