lunes, 28 de febrero de 2011

[Ciro Gómez Leyva. La historia en breve] En el fondo, Cuauhtémoc Cárdenas tiene razón



A estas alturas, ni siquiera importa discernir si Cuauhtémoc Cárdenas habló en serio el sábado o nos sirvió una ironía mordaz, cuando dijo que con Andrés Manuel López Obrador en la presidencia del PRD terminarían las confrontaciones en el partido.

“Estoy diciendo que una intervención de él para arreglar la crisis inmediata que vive el partido puede ser muy importante”, puntualizó Cuauhtémoc. “Tiene capacidad, y esto haría que ya no hubiese una disputa por la dirección y, seguramente, sería el más obligado a, en una forma totalmente democrática e imparcial, decidir las candidaturas que están pendientes, tanto en el Estado de México, como la presidencial”.

Es el mismo Cuauhtémoc que hace poco había dicho que no le deseaba a nadie encabezar el PRD, pues sería víctima de las divisiones y las presiones de los grupos. De ahí que la expresión del sábado suene a fino sarcasmo.

Pero para como están las cosas, bien puede tener la razón. Hace dos lunes, cuando Lázaro Cárdenas rechazó la posibilidad de ser el presidente perredista de “unidad”, escribí que lo mejor para el partido sería que llegara al cargo un peso wélter, no un figurón.

Quince días después, esa idea parece una ingenuidad. Hay dos grupos muy fuertes, y coherentes a su manera, que necesitan el dinero y la infraestructura del PRD. Son incompatibles. Los lopezobradoristas no pueden dar un paso más con Los Chuchos “traidores”. Y Los Chuchos no amansarán al, como lo llamó ayer Jesús Ortega, dictador perpetuus y los suyos.

Que se queden Los Chuchos y se vaya López Obrador; que se quede éste y se vayan aquéllos. Como sea, pero que termine la farsa.

Marzo es el mes. Están dando demasiada ventaja a los adversarios.

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